Hiperacusia: es una condición en la que una persona percibe sonidos de volumen normal como muy intensos, frecuentemente con audición normal
tienen un umbral descendido de sensibilidad al sonido.
El nivel de confort para el sonido en general está cerca de los 90 dB, los pacientes con hiperacusia tienen disconfort con niveles de 40 a 40 dB o menos.
El síndrome de Asperger es un trastorno neuropsicológico con autismo, y con Hiperacusia.
A raíz de la cual pueden cometer delitos por intolerancia al sonido o ser victimas de agresión por no poder detenerse de realizar alguna actividad ruidosa que les es grata y que incomoda a un tercero.
Los abogados defensores han argumentado que los criminales violentos con Asperger, pueden ser incapaces de comprender el daño que provocan.
Una de las características del Asperger es una grave dificultad de comportarse en situaciones sociales, por incapacidad para detectar expresiones faciales, las personas con autismo y Asperger muestran una notable falta de empatía por los demás.
Simon Barón-Cohen creó el Adult Asperger Assessment (AAA) instrumento para el diagnóstico del síndrome de Asperger con una lista de 5 requisitos y 18 síntomas a valorar.
En este trabajo evaluamos 3 casos de Homicidios cometidos por pacientes con Asperger en situaciones de sonido ambiental intenso, probablemente influidos por su hiperacusia.
Caso N°1
Mató a su vecino porque hacía ruido, La víctima tenía 24 años; un detenido
La discusión de dos vecinos de Belgrano terminó de la peor manera. Un hombre de 57 años, de profesión informático, mató ayer de tres balazos a un joven de 24 porque, según dijeron los investigadores del caso, le molestaba el alto volumen de la música que procedía del departamento donde vivía el joven
Estudios al victimario: Audiometría tonal y logoaudiometria en valores normales, Rango dinámico disminuido (de 30 dB en todas las frecuencias)
Adult Asperger Assessment (AAA)positivo para Síndrome de Asperger
Caso N°2, Un bibliotecario, de 65 años mató a su vecino de dos balazos porque hacía ruido mientras realizaba refacciones en su vivienda del partido de Lanús, la víctima, de 37 años, colocaba una ventana en su vivienda ,molesto por los ruidos que había realizado durante todo el día, un vecino se presentó en la vivienda con un revólver, Y le descerrajó un disparo en el pecho y otro en la cabeza.
Estudios al victimario: Audiometría tonal y logoaudiometria signos de presbiacusia leve
Rango dinámico disminuido (de 20 dB en todas las frecuencias),Adult Asperger Assessment (AAA positivo para Síndrome de Asperger.
Caso N° 3 Eran todos jóvenes. Vivían en San Fernando, y esa noche festejaban un cumpleaños.
Un vecino profesor de piano, enfureció y molesto por el ruido, los enfrentó, los increpó: “Paren el ruido”, vació el cargador de su pistola y mató a dos hermanos, una invitada y dejó heridas a otras dos personas. Estudios al victimario: Audiometría tonal y logoaudiometria normales, rango dinámico disminuido (de 25 dB en todas las frecuencias)
Adult Asperger Assessment (AAA positivo para Síndrome de Asperger)
Conclusiones: La hiperacusia con disminución del rango dinámico de la audición, combinada con las dificultades psiquiátrico-sociales de los pacientes con Síndrome de Asperger pueden llevarlos a cometer o a padecer delitos ante sonidos intensos, examinamos aquí 3 casos locales de esta condición, estudiados por nuestro equipo.
Fuente: Centro de Acufenos Buenos Aires
Thames 2486. Planta baja. Capital Federal, Argentina.
Presentado como poster electrónico en el 63° Congreso Aniversario de la FASO.Mar del Plata, Argentina, del 25 al 27 de noviembre de 2010
Paraguay 2302. Piso 6° "3" Buenos Aires, Capital Federal, Argentina tel/fax +54 11 4771 6228/ +54 11 2066 1908/+54 11 4963 1491 www.acufeno.com, cvirtual@acufeno.com
domingo, 28 de noviembre de 2010
Trabajos Presentados por Integrantes del Centro de Acufenos Buenos Aires en el Congreso 63º Aniversario de la FASO (Mar del Plata) 25 de noviembre de 2010 al 27 de noviembre de 2010
SABADO 27 DE NOVIEMBRE DE 2010
Conferencia: 09.20 Acúfenos en el Síndrome de Meniere.
Autores: Dr.Darío Roitman, Dr. Aldo Yanco,
Centro de Acúfenos Buenos Aires.
Relator: Dr. Darío Roitman, Argentina
Conferencia: 09.40 Hiperacusia Central
Autores: Dr. Aldo Yanco, Dr. Dario Roitman
Centro de Acúfenos Buenos Aires
Relator: Dr. Aldo Yanco, Argentina
Póster electrónico (E-Póster) Hiperacusia y delito
Autores: Dr.Darío Roitman, Dr.Aldo Yanco, Fga. Adriana Aspinwall, Counselor Heidi O Gorek
Centro de acúfenos Buenos Aires
Presentado en la Sesión de posters electronicos.
SALON B – PERALTA RAMOS
Conferencia: 09.20 Acúfenos en el Síndrome de Meniere.
Autores: Dr.Darío Roitman, Dr. Aldo Yanco,
Centro de Acúfenos Buenos Aires.
Relator: Dr. Darío Roitman, Argentina
Conferencia: 09.40 Hiperacusia Central
Autores: Dr. Aldo Yanco, Dr. Dario Roitman
Centro de Acúfenos Buenos Aires
Relator: Dr. Aldo Yanco, Argentina
Póster electrónico (E-Póster) Hiperacusia y delito
Autores: Dr.Darío Roitman, Dr.Aldo Yanco, Fga. Adriana Aspinwall, Counselor Heidi O Gorek
Centro de acúfenos Buenos Aires
Presentado en la Sesión de posters electronicos.
Congreso 63º Aniversario de la FASO (Mar del Plata)
Congreso 63º Aniversario de la FASO (Mar del Plata)
25 de noviembre de 2010 al 27 de noviembre de 2010Sede: Hotel Costa Galana, Boulevard Marítimo Patricio Peralta Ramos 5725, Mar del Plata.
Fecha de Inicio: 25 de noviembre del 2010
Fecha de Finalización: 27 de noviembre de 2010
Organiza: Comité Ejecutivo de la Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología (FASO).
INVITADOS EXTRANJEROS
- Dr. Jesús Algaba Guimera (España)
- Dr. Manuel Bernal Sprekelsen (España)
- Dr. Manuel Tomas Barberán (España)
- Dr. Antonio Sousa Vieira (Portugal)
- Dr. Alexandre Murta (Brasil)
- Dr. Enzo Rivera Citarella (Brasil)
- Dr. Oscar Elissalde (Chile)
- Dr. David Jofre Pavez (Chile)
- Dr. Renato Rebolledo (Chile)
- Dr. José Letort (Ecuador)
- Dr. Fernando Sancho (Ecuador)
- Dr. Jorge Valdano (Ecuador)
- Dr. Enrique Azuara Pliego (México)
- Dr. Rogelio Chavolla Magaña (México)
- Dr. Julio Heinichen (Paraguay)
- Dr. Alberto Chiarino (Uruguay)
- Dr. Luis Fugasot (Uruguay)
- Dr. Juan Carlos Leiva (Uruguay)
- Dr. Aurelio Palma (Uruguay)
- Dr. Luis Schiavo (Uruguay)
Fuente :Federación Argentina de Sociedades de Otorrinolaringología (FASO). Ángel Carranza 2382, Buenos Aires.
Telefax 011 4773 6447 y 011 4472 6419.
E-mail: eventos@faso.org.ar
lunes, 15 de noviembre de 2010
viernes, 12 de noviembre de 2010
Eel implante coclear en pacientes con cofosis asociada a acúfeno ipsilateral
Autores* Andreas Buechner, * † Martina Brendel, * Anke Lesinski-Schiedat, * Gentiana Wenzel, Carolin * † Frohne-Buechner, Jaeger ‡ Burkard, y Thomas Lenarz*
*Medical University of Hannover, Department of Otolaryngology, Hannover, Germany; ÞAdvanced BionicsEuropean Research Center GmbH, Hannover, Germany; and þMedical University of Hannover,
Department of Psychosomatic, Hannover, Germany
En pacientes con hipoacusia total unilateral y que también tienen acúfenos en el oído afectado, los tratamientos para acufenos basados en la estimulación acústica son imposibles.
Por otro lado, la supresión de acúfenos mediante estimulación eléctrica ha reportado tener éxito.
Por lo tanto, se inició un estudio para investigar el potencial del implante coclear (IC) en los sujetos sordos unilaterales con respecto a la supresión de acúfenos, la aceptación del dispositivo, y de la restauración de la audición espacial.
Método: Se incorporaron al estudio cinco pacientes con hipoacusia severa a profunda unilateral que también padecían acúfenos ipsilaterales.
La optimizacion del programa del procesador del habla, el rendimiento auditivo, así como los acúfenos fueron monitoreados mediante visitas mensuales.
Además se investigó si el IC mejora la audición en musica, en situaciones adversas, y cómo se combinan con la audición del oido normal.
Resultados: En 3 participantes, los acúfenos se suprimieron de manera significativa mientras usan el dispositivo.
En los otros dos participantes, los acúfenos pueden disminuir en ciertas situaciones.
En las pruebas de Percepción del habla apareció un beneficio significativo con el implante coclear en combinación con el lado con audición normal en 3 participantes.
Todos los participantes Aceptaron el dispositivo en un entorno clínico, sin requerir adaptación de frecuencias
Conclusión: Hubo mejorías con respecto a la audición y a los acúfenos. No todos los participantes se benefician del IC en un mismo grado ni en las mismas situaciones.
Los resultados indican que el implante coclear en pacientes con severa a profundapérdida auditiva unilateral con acúfenos ipsilateral puede ser beneficioso si se sigue un criterio de caso a caso.
Es necesario seguir trabajando para definir los criterios de indicación adecuados.
Fuente : Otol Neurotol Y1385 31:1381, 2010.
Dirección para correspondencia Andreas Buechner, Ph.D.,
Universidad de Medicina de Hannover, Departamento de Otorrinolaringología,
Carl-Neuberg-Str. 1, D-30625 Hannover, Alemania,
E-mail: Buechner @hoerzentrum-hannover.de
jueves, 4 de noviembre de 2010
La asociación entre la dehiscencia del canal semicircular y malformación de Chiari tipo I
Jeffery J. Cohen, MD; Clenney Timoteo, MD, MPH
Objetivos: investigar la asociación entre la dehiscencia del canal semicircular (SCD) y malformación de Chiari tipo I (CM-I).
Diseño: Revision de casos retrospectivos.
Marco: Centro militar de tercer nivel.
Pacientes adultos con SCD.
Intervención de Revisión de historias clínicas de pacientes diagnosticados con dehiscencia del canal semicircular SCD para el diagnóstico radiológico de la CM-I y la presentación de los síntomas.
Resultados: De 32 pacientes diagnosticados de SCD, 30 se sometieron a resonancia magnética del cerebro.
Objetivos: investigar la asociación entre la dehiscencia del canal semicircular (SCD) y malformación de Chiari tipo I (CM-I).
Diseño: Revision de casos retrospectivos.
Marco: Centro militar de tercer nivel.
Pacientes adultos con SCD.
Intervención de Revisión de historias clínicas de pacientes diagnosticados con dehiscencia del canal semicircular SCD para el diagnóstico radiológico de la CM-I y la presentación de los síntomas.
Resultados: De 32 pacientes diagnosticados de SCD, 30 se sometieron a resonancia magnética del cerebro.
En Siete pacientes (23%, se encontró que tenían una CM-I.
La malformación de Chiari tipo I se asoció con mejores SCD, en 3 de 26 pacientes (12%, IC 95%, 3% y el 30%).
De 10 pacientes con SCD bilaterales superiores, 2 (20%, IC 95%, 5% -52%) tuvieron un CM-I.
Cinco de los 6 pacientes (83%, IC 95%, 42% -99%) tuvieron un CM-I con SCD (dehiscencia del canal posterior unilateral o bilateral.
En Veintinueve se revisaron los registros de los síntomas que presentaban, y no se observaron diferencias significativas entre los pacientes solo con SCD y los que tienen asociado un CM-I (P = 0,09 -. 64).
Conclusiones: Entre los pacientes con SCD, la prevalencia de la CM-I es elevada.
Conclusiones: Entre los pacientes con SCD, la prevalencia de la CM-I es elevada.
Esta asociación es especialmente marcada en los pacientes con SDC posterior.
Este hallazgo sugiere una relación entre la CM-I y la SCD, en particular la SCD posterior.
Afiliaciones de los autores: Departamento de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello (Dr. Kuhn) y la Infantería de Marina de los Estados Unidos Médica (Clenney Dr.), Centro Médico Naval de Portsmouth, Portsmouth, Virginia.
Afiliaciones de los autores: Departamento de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello (Dr. Kuhn) y la Infantería de Marina de los Estados Unidos Médica (Clenney Dr.), Centro Médico Naval de Portsmouth, Portsmouth, Virginia.
Estapedectomía en los niños
Estapedectomía en los niños
Causas y resultados del tratamiento quirúrgico en 35 casos
Denoyelle Francoise, MD, PhD; Daval María, MD; Leboulanger Nicolás, MD; Alexandra Rousseau, MD; Roger Gilles, MD; Loundon Natalie, MD; Rouillon Isabel, MD; Garabedian Erea-Noel, MD
Objetivos del estudio los niños que se habían sometido estapedectomía a una edad menor de 16 años para determinar las causas (en particular la frecuencia de anomalías congénitas otosclerosis vs) y analizar los resultados funcionales en el corto plazo, de 1 año, y el tiempo después de la cirugía a largo plazo Por supuesto.
Diseño de estudio retrospectivo de diez años que abarca desde 1998 hasta 2008.
Marco centros de atención pediatrica terciaria.
Los pacientes un total de 33 pacientes (35 oídos) se sometieron a la cirugía del estribo de octubre de 1998 octubre de 2008.
Medida de Resultado Principal: Sexo, edad, pre y post operatorio resultados de las pruebas audiométricas, anomalías asociadas, tipo de cirugía (estapedectomía estapedotomía o parcial), el método de la cirugía del estribo, y las complicaciones.
Resultados La edad media de los pacientes durante la cirugía fue de 13,4 años, que van desde 3,3 hasta 15,9 años.
La causa principal, que se encontró en 25 de los 35 oídos (71%), fue la pérdida de audición conductiva no progresiva debido a la fijación del estribo congénita.
La segunda causa más común, que se encontró en 6 de 35 oídos (17%), fue la otosclerosis con pérdida progresiva de audición conductiva o mixta. Tres oidos presentaron luxación estribo postraumática (un niño de 3,3 años en la cirugía). En un oído, la causa fue la osteogénesis imperfecta. Veinte y dos oídos fueron tratados con la técnica de fenestra pequeña asistida por láser, y 13 oídos fueron tratados por la supresión parcial de la placa base cubierta por la fascia.
Los primeros resultados funcionales fueron buenos, con un gapp postquirurgico osteo-aéreo de 9,8 dB, y 94% de los resultados se consideran buenos o muy buenos.
No hubo diferencias significativas entre los resultados de 1 año, y los resultados audiométricos a más largo plazo.
Conclusiones fijación congénita es la indicación principal para la estapedectomía en niños menores de 16 años. Los resultados funcionales son buenos y siguen siendo estables en el tiempo.
Afiliaciones de los autores: Service d'ORL pédiatrique y de Chirurgie Cervicofaciale, Hôpital d'Enfants Armand Trousseau, Asistencia Pública-Hospitales de París (AP-HP), y la Universidad Pierre y Marie Curie (UPMC), París 6 (los Dres Denoyelle, Daval, Leboulanger, Roger, Loundon, Rouillon, y Garabedian), y la Unité de Recherche Clinique de l'Est Parisien, el Hospital Saint Antoine, AP-HP, y París UPMC 6 (Dr. Rousseau), París, Francia.
Fuente: Arch Otolaryngol Head Neck Surg. 2010;136(10):1005-1008.
Causas y resultados del tratamiento quirúrgico en 35 casos
Denoyelle Francoise, MD, PhD; Daval María, MD; Leboulanger Nicolás, MD; Alexandra Rousseau, MD; Roger Gilles, MD; Loundon Natalie, MD; Rouillon Isabel, MD; Garabedian Erea-Noel, MD
Objetivos del estudio los niños que se habían sometido estapedectomía a una edad menor de 16 años para determinar las causas (en particular la frecuencia de anomalías congénitas otosclerosis vs) y analizar los resultados funcionales en el corto plazo, de 1 año, y el tiempo después de la cirugía a largo plazo Por supuesto.
Diseño de estudio retrospectivo de diez años que abarca desde 1998 hasta 2008.
Marco centros de atención pediatrica terciaria.
Los pacientes un total de 33 pacientes (35 oídos) se sometieron a la cirugía del estribo de octubre de 1998 octubre de 2008.
Medida de Resultado Principal: Sexo, edad, pre y post operatorio resultados de las pruebas audiométricas, anomalías asociadas, tipo de cirugía (estapedectomía estapedotomía o parcial), el método de la cirugía del estribo, y las complicaciones.
Resultados La edad media de los pacientes durante la cirugía fue de 13,4 años, que van desde 3,3 hasta 15,9 años.
La causa principal, que se encontró en 25 de los 35 oídos (71%), fue la pérdida de audición conductiva no progresiva debido a la fijación del estribo congénita.
La segunda causa más común, que se encontró en 6 de 35 oídos (17%), fue la otosclerosis con pérdida progresiva de audición conductiva o mixta. Tres oidos presentaron luxación estribo postraumática (un niño de 3,3 años en la cirugía). En un oído, la causa fue la osteogénesis imperfecta. Veinte y dos oídos fueron tratados con la técnica de fenestra pequeña asistida por láser, y 13 oídos fueron tratados por la supresión parcial de la placa base cubierta por la fascia.
Los primeros resultados funcionales fueron buenos, con un gapp postquirurgico osteo-aéreo de 9,8 dB, y 94% de los resultados se consideran buenos o muy buenos.
No hubo diferencias significativas entre los resultados de 1 año, y los resultados audiométricos a más largo plazo.
Conclusiones fijación congénita es la indicación principal para la estapedectomía en niños menores de 16 años. Los resultados funcionales son buenos y siguen siendo estables en el tiempo.
Afiliaciones de los autores: Service d'ORL pédiatrique y de Chirurgie Cervicofaciale, Hôpital d'Enfants Armand Trousseau, Asistencia Pública-Hospitales de París (AP-HP), y la Universidad Pierre y Marie Curie (UPMC), París 6 (los Dres Denoyelle, Daval, Leboulanger, Roger, Loundon, Rouillon, y Garabedian), y la Unité de Recherche Clinique de l'Est Parisien, el Hospital Saint Antoine, AP-HP, y París UPMC 6 (Dr. Rousseau), París, Francia.
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Las técnicas actuales en el tratamiento de la sordera en los niños Postmeningitis
Cinco niños de edades comprendidas entre 15 meses a 10 años que experimentaron la aparición reciente de una profunda hipoacusia neurosensorial bilateral debida a meningitis neumocócica.
Todos los niños fueron sometidos a estudios de imágenes por resonancia magnética preoperatoria en 3 dimensiones potenciadas en T2 . Cuatro niños fueron sometidos a pruebas de respuestas auditivas de estado estable. Todos fueron sometidos implantecoclear bilateral.
Resultados Todos los niños desarrollaron meningitis a pesar de una historia de la vacunación antineumocócica.
En todos se logró la inserción del electrodo completa en ambos oídos .
Conclusiones La vacunación antineumocócica ha reducido pero no eliminado la sordera infantil secundaria a la enfermedad neumocócica.
Las Prueba auditiva de respuesta en estado estable y la proyección de imagenes RMN de estado estacionario en 3 dimensiones de precesión libre son las modalidades que facilitan la evaluación de la candidatos a implante.
La implantación bilateral simultánea aumenta la probabilidad de audición binaural y garantiza la implantación en el mejor oído en esta población de niños cuyo curso esta a menudo complicado por la formación de tejido cicatricial y la osificación de la cóclea.
Afiliaciones de los autores:
División de Otorrinolaringología Pediátrica de la Sección de Otología y neurología (Dr. Young), y el Departamento de Enfermedades Infecciosas (Tan Dr), Children's Memorial Hospital, y los Departamentos de Otorrinolaringología-Cirugía de Cabeza y Cuello (Dr. Young) y Pediatría (Canela Dr. ), Facultad de medicina Feinberg de la Universidad Northwestern, de Chicago, Illinoi
Nancy M. Young, MD, P. Tina Tan, MD
Fuente:
Archives of Otolaryngoloy,head and neck Surg 2010; 136 (10) :993-998.
MIEDO A LA MÚSICA - ¡La melofobia es real!
¿Conoces a alguien que diga que no le gusta la música? ¿Alguien que no tenga ni un sólo CD ni un iPod? ¿Que siempre apague la radio? ¿Que, al ser preguntado sobre el particular, se encoja de hombros y diga que sencillamente no entiende la música? Nunca entendiste del todo a ese tío raro, ¿verdad?
La extraña inapetencia musical de tu amigo podría ser resultado de la melofobia (miedo a la música), un trastorno neurofisiológico poco conocido pero muy real. Las personas con melofobia tienen ciertas características físicas que las hacen inusualmente sensibles a los cambios repentinos de tono y timbre, y la música, mira tú por dónde, es una de las formas más concentradas de este tipo de estímulos. Y además está en todas partes. ¡Aterrador! Pero hay algo aún más aterrador que la melofobia: la epilepsia musicogénica, trastorno en el que la música puede provocar intensas crisis convulsivas.
Queríamos saber más sobre la música como demoníaca fuerza de miedo y dolor tangibles, de manera que hablamos con una doctora que trata a personas con estos trastornos, con un paciente de melofobia y con una mujer que sufre de epilepsia musicogénica. Ponte tus orejeras para el ruido y sigue leyendo...
La doctora Marsha Johnson, audióloga y directora de la Clínica para el Tratamiento del Tinnitus y la Hiperacusia, en Oregón, lleva 13 años tratando a personas con melofobia y estudiando las condiciones que conducen a esta extraña fobia.
Vice: De modo que la melofobia realmente existe.
Doctora Marsha Johnson: Sí, existe. Con frecuencia es un trastorno inducido por una experiencia negativa con la música o con los instrumentos musicales, como un concierto muy ruidoso que le provocó al paciente tinnitus o pitidos en los oídos durante semanas. Estas experiencias pueden ser tan intimidantes y desagradables que esa persona podría llegar a evitar ir a conciertos en el futuro. Otro ejemplo es el del músico profesional que toca cerca de un instrumento de volumen muy alto y, con el tiempo, desarrolla hiperacusia (sensibilidad al sonido) y sufre dolores que se intensifican con cada exposición. Y llega un momento en el que deja de tocar.
¿Tinnitus e hiperacusia son las principales causas de la melofobia?
En la mayoría de los casos, yo diría que sí. Más concretamente, la causa más probable de estos trastornos son las ondas de sonido muy fuertes que chocan con el oído medio, donde están la delgada y frágil membrana del tímpano y una diminuta cadena de huesos que incluye articulaciones, cartílago, tendones y músculos. Todos ellos pueden sufrir presión, hiperextensión y fractura.
¿Cómo hacen estos trastornos tan dolorosa la experiencia de escuchar música?
Junto al tinnitus severo, que puede mantenerte despierto durante meses y hacer que seas totalmente incapaz de concentrarte, la hiperacusia puede ser dolorosa y provocar dolores de cabeza o incluso en los ojos y la mandíbula.
Por tanto, evitar el estímulo sonoro lleva a evitar todo sonido, lo cual conduce a evitar la música y, así, se establece la melofobia. ¿Puede curarse?
Actualmente el tinnitus no tiene cura, pero existen programas muy buenos para aprender a manejar su impacto negativo. Esto incluye la Terapia de Reentrenamiento del Tinnitus (TRT), que fue desarrollada por el doctor Pawel Jastreboff, y la terapia llamada Oasis Neuromónico (NO), desarrollada por el doctor Paul Davis. Hoy en día estos son los tratamientos más seguidos para el tinnitus. La hiperacusia puede mejorar, en la mayoría de los casos, con una terapia de desensibilización que recurre a los principios de la TRT de Jastreboff. El paciente de hiperacusia a menudo es capaz de superar el miedo a la música y volver a disfrutar de esa importante parte de su vida.
¿Podría explicarnos, de forma resumida, cómo se pasa de la hiperacusia y el tinnitus a la melofobia?
La mayoría de personas que han tenido un problema serio de tinnitus o hiperacusia tratan por todos los medios de evitar aquello que lo provocara. Para estas personas, la melofobia es una verdadera preocupación y, hasta cierto punto, una muy comprensible. Para quienes han sufrido daños en las células auditivas de la cóclea y tienen una pérdida de capacidad auditiva permanente, esto puede propiciar fobias y un impulso autoprotector más allá de lo razonable. El año pasado tuve un paciente de Chicago que había tocado la batería. Dejó su grupo y comenzó a llevar tapones para los oídos todo el tiempo, a huir de los autobuses ruidosos y a rechazar toda invitación a ir a una fiesta. ¡Su propia sobreprotección estaba empeorando su situación! A menudo los pacientes de melofobia deben recibir terapia para superar creencias irracionales. No hay que olvidar que muchas personas con tinnitus o hiperacusia no acusan una pérdida de audición perceptible, o en todo caso muy leve.
Ahora estoy trabajando con una mujer joven que, debido a su severa falta de tolerancia al sonido, incluyendo la música, vive recluida. No puede dejar su cuarto más de unos minutos. Estaba en la universidad y estudiaba canto cuando desarrolló un caso de artritis severa que le ocasionó inflamación de las articulaciones. Al cabo de un tiempo no podía caminar por el dolor. Le diagnosticaron distrofia simpática refleja. Trató de seguir estudiando, pero no podía caminar por el campus. Sólo gracias a que sus amigos cargaban con ella a todos lados pudo terminar su segundo año. Tuvo que renunciar a su ambición de emprender una carrera musical. Dejó la universidad y ahora no puede escuchar más de quince minutos al día de lo que sea, incluyendo tanto música como voces humanas.
¡Es terrible!
Le aterra que un ruido súbito, como una radio, le provoque molestias y dolores intensos que persisten varios días. Usa tapones la mayor parte del tiempo y limita su exposición incluso a sonidos de baja intensidad, como ventiladores y el rumor del exterior. Hemos empezado reduciendo su uso de tapones y abriendo cinco minutos la ventana de su cuarto dos veces al día. Su miedo al sonido y a la música es tan severo que sus convicciones psicológicas son ahora incluso más fuertes que sus reacciones físicas, de manera que también recibe terapia telefónica quince minutos a la semana. Esta joven es incapaz de ir a un consultorio. Tiene una vida muy limitada. Y sólo tiene 23 años.
¿Está familiarizada con el trastorno conocido como epilepsia musicogénica? Estoy pensando en una mujer que salió en las noticias en 2008. Su nombre era Stacey Gayle, de Queens, Nueva York. Sufría crisis convulsivas cada vez que oía la canción “Temperature”, de Sean Paul. Tuvo que someterse a una operación cerebral para corregir el problema.
Sí, aunque estoy más familiarizada con el término “trastorno de ataque epiléptico audiogénico”, que entraría en la categoría de la audición. También se conoce como hiperacusia vestibular. Ciertos sonidos o tonos, la música en general, pueden estimular el sistema nervioso central de una manera que provoca una crisis. He visto unos cuantos casos. Frecuentemente vienen causados por alguna lesión cerebral o enfermedad. Recuerdo a un hombre que iba en el asiento trasero de un vehículo que sufrió un accidente. Expusieron su oído izquierdo a un tono de 2000 hercios dentro de una cabina de sonido, empezando con cero decibelios, que es inaudible, y subiendo poco a poco, decibelio a decibelio. Sufrió un ataque epiléptico al llegar a 20 decibelios, un sonido muy, muy poco intenso. Otra paciente, después de un accidente similar, empezó a sufrir pérdidas del conocimiento cada vez que oía el ruido de baja frecuencia de los camiones al pasar a su lado. Caía al suelo inconsciente. En ese caso sugerí al neurólogo que le hiciera un electroencefalograma mientras descansaba. Nos mostró que su cerebro funcionaba con normalidad en un entorno silencioso. Cuando integraron un audiómetro a sus audífonos y se la expuso a un estímulo de 500 hercios, un tono bajo, el encefalograma mostró actividad de tipo epiléptico.
¿Son frecuentes este tipo de casos?
No, muy raras veces se dan. Otro término diagnóstico para estos casos es el de Síndrome de Tullio. Las personas que lo padecen tienen mareos y problemas para mantener el equilibrio.
¿De qué género musical suele oír más quejas? ¿De la música rap que atruena en esos coches con subwoofers gigantes? ¿Del muzak que se oye en los grandes almacenes?
Incluso las personas con un nivel auditivo normal encuentran a menudo molesto el rap a todo volumen que emana de los coches que pasan por su calle en plena noche. Las bajas frecuencias de esos altavoces tan grandes atraviesan los objetos sólidos con facilidad. ¡Nos llegan hasta los huesos! Pero la principal queja de la mayoría de las personas que sufren de melofobia es que echan muchísimo de menos su música. Es como si una parte de su alma hubiera sido secuestrada.
La extraña inapetencia musical de tu amigo podría ser resultado de la melofobia (miedo a la música), un trastorno neurofisiológico poco conocido pero muy real. Las personas con melofobia tienen ciertas características físicas que las hacen inusualmente sensibles a los cambios repentinos de tono y timbre, y la música, mira tú por dónde, es una de las formas más concentradas de este tipo de estímulos. Y además está en todas partes. ¡Aterrador! Pero hay algo aún más aterrador que la melofobia: la epilepsia musicogénica, trastorno en el que la música puede provocar intensas crisis convulsivas.
Queríamos saber más sobre la música como demoníaca fuerza de miedo y dolor tangibles, de manera que hablamos con una doctora que trata a personas con estos trastornos, con un paciente de melofobia y con una mujer que sufre de epilepsia musicogénica. Ponte tus orejeras para el ruido y sigue leyendo...
La doctora Marsha Johnson, audióloga y directora de la Clínica para el Tratamiento del Tinnitus y la Hiperacusia, en Oregón, lleva 13 años tratando a personas con melofobia y estudiando las condiciones que conducen a esta extraña fobia.
Vice: De modo que la melofobia realmente existe.
Doctora Marsha Johnson: Sí, existe. Con frecuencia es un trastorno inducido por una experiencia negativa con la música o con los instrumentos musicales, como un concierto muy ruidoso que le provocó al paciente tinnitus o pitidos en los oídos durante semanas. Estas experiencias pueden ser tan intimidantes y desagradables que esa persona podría llegar a evitar ir a conciertos en el futuro. Otro ejemplo es el del músico profesional que toca cerca de un instrumento de volumen muy alto y, con el tiempo, desarrolla hiperacusia (sensibilidad al sonido) y sufre dolores que se intensifican con cada exposición. Y llega un momento en el que deja de tocar.
¿Tinnitus e hiperacusia son las principales causas de la melofobia?
En la mayoría de los casos, yo diría que sí. Más concretamente, la causa más probable de estos trastornos son las ondas de sonido muy fuertes que chocan con el oído medio, donde están la delgada y frágil membrana del tímpano y una diminuta cadena de huesos que incluye articulaciones, cartílago, tendones y músculos. Todos ellos pueden sufrir presión, hiperextensión y fractura.
¿Cómo hacen estos trastornos tan dolorosa la experiencia de escuchar música?
Junto al tinnitus severo, que puede mantenerte despierto durante meses y hacer que seas totalmente incapaz de concentrarte, la hiperacusia puede ser dolorosa y provocar dolores de cabeza o incluso en los ojos y la mandíbula.
Por tanto, evitar el estímulo sonoro lleva a evitar todo sonido, lo cual conduce a evitar la música y, así, se establece la melofobia. ¿Puede curarse?
Actualmente el tinnitus no tiene cura, pero existen programas muy buenos para aprender a manejar su impacto negativo. Esto incluye la Terapia de Reentrenamiento del Tinnitus (TRT), que fue desarrollada por el doctor Pawel Jastreboff, y la terapia llamada Oasis Neuromónico (NO), desarrollada por el doctor Paul Davis. Hoy en día estos son los tratamientos más seguidos para el tinnitus. La hiperacusia puede mejorar, en la mayoría de los casos, con una terapia de desensibilización que recurre a los principios de la TRT de Jastreboff. El paciente de hiperacusia a menudo es capaz de superar el miedo a la música y volver a disfrutar de esa importante parte de su vida.
¿Podría explicarnos, de forma resumida, cómo se pasa de la hiperacusia y el tinnitus a la melofobia?
La mayoría de personas que han tenido un problema serio de tinnitus o hiperacusia tratan por todos los medios de evitar aquello que lo provocara. Para estas personas, la melofobia es una verdadera preocupación y, hasta cierto punto, una muy comprensible. Para quienes han sufrido daños en las células auditivas de la cóclea y tienen una pérdida de capacidad auditiva permanente, esto puede propiciar fobias y un impulso autoprotector más allá de lo razonable. El año pasado tuve un paciente de Chicago que había tocado la batería. Dejó su grupo y comenzó a llevar tapones para los oídos todo el tiempo, a huir de los autobuses ruidosos y a rechazar toda invitación a ir a una fiesta. ¡Su propia sobreprotección estaba empeorando su situación! A menudo los pacientes de melofobia deben recibir terapia para superar creencias irracionales. No hay que olvidar que muchas personas con tinnitus o hiperacusia no acusan una pérdida de audición perceptible, o en todo caso muy leve.
Ahora estoy trabajando con una mujer joven que, debido a su severa falta de tolerancia al sonido, incluyendo la música, vive recluida. No puede dejar su cuarto más de unos minutos. Estaba en la universidad y estudiaba canto cuando desarrolló un caso de artritis severa que le ocasionó inflamación de las articulaciones. Al cabo de un tiempo no podía caminar por el dolor. Le diagnosticaron distrofia simpática refleja. Trató de seguir estudiando, pero no podía caminar por el campus. Sólo gracias a que sus amigos cargaban con ella a todos lados pudo terminar su segundo año. Tuvo que renunciar a su ambición de emprender una carrera musical. Dejó la universidad y ahora no puede escuchar más de quince minutos al día de lo que sea, incluyendo tanto música como voces humanas.
¡Es terrible!
Le aterra que un ruido súbito, como una radio, le provoque molestias y dolores intensos que persisten varios días. Usa tapones la mayor parte del tiempo y limita su exposición incluso a sonidos de baja intensidad, como ventiladores y el rumor del exterior. Hemos empezado reduciendo su uso de tapones y abriendo cinco minutos la ventana de su cuarto dos veces al día. Su miedo al sonido y a la música es tan severo que sus convicciones psicológicas son ahora incluso más fuertes que sus reacciones físicas, de manera que también recibe terapia telefónica quince minutos a la semana. Esta joven es incapaz de ir a un consultorio. Tiene una vida muy limitada. Y sólo tiene 23 años.
¿Está familiarizada con el trastorno conocido como epilepsia musicogénica? Estoy pensando en una mujer que salió en las noticias en 2008. Su nombre era Stacey Gayle, de Queens, Nueva York. Sufría crisis convulsivas cada vez que oía la canción “Temperature”, de Sean Paul. Tuvo que someterse a una operación cerebral para corregir el problema.
Sí, aunque estoy más familiarizada con el término “trastorno de ataque epiléptico audiogénico”, que entraría en la categoría de la audición. También se conoce como hiperacusia vestibular. Ciertos sonidos o tonos, la música en general, pueden estimular el sistema nervioso central de una manera que provoca una crisis. He visto unos cuantos casos. Frecuentemente vienen causados por alguna lesión cerebral o enfermedad. Recuerdo a un hombre que iba en el asiento trasero de un vehículo que sufrió un accidente. Expusieron su oído izquierdo a un tono de 2000 hercios dentro de una cabina de sonido, empezando con cero decibelios, que es inaudible, y subiendo poco a poco, decibelio a decibelio. Sufrió un ataque epiléptico al llegar a 20 decibelios, un sonido muy, muy poco intenso. Otra paciente, después de un accidente similar, empezó a sufrir pérdidas del conocimiento cada vez que oía el ruido de baja frecuencia de los camiones al pasar a su lado. Caía al suelo inconsciente. En ese caso sugerí al neurólogo que le hiciera un electroencefalograma mientras descansaba. Nos mostró que su cerebro funcionaba con normalidad en un entorno silencioso. Cuando integraron un audiómetro a sus audífonos y se la expuso a un estímulo de 500 hercios, un tono bajo, el encefalograma mostró actividad de tipo epiléptico.
¿Son frecuentes este tipo de casos?
No, muy raras veces se dan. Otro término diagnóstico para estos casos es el de Síndrome de Tullio. Las personas que lo padecen tienen mareos y problemas para mantener el equilibrio.
¿De qué género musical suele oír más quejas? ¿De la música rap que atruena en esos coches con subwoofers gigantes? ¿Del muzak que se oye en los grandes almacenes?
Incluso las personas con un nivel auditivo normal encuentran a menudo molesto el rap a todo volumen que emana de los coches que pasan por su calle en plena noche. Las bajas frecuencias de esos altavoces tan grandes atraviesan los objetos sólidos con facilidad. ¡Nos llegan hasta los huesos! Pero la principal queja de la mayoría de las personas que sufren de melofobia es que echan muchísimo de menos su música. Es como si una parte de su alma hubiera sido secuestrada.
¿Son sus pacientes en su mayoría rockeros, o DJs de clubes?
Aunque parezca extraño, la mayoría de mis pacientes músicos tocan en orquestas sinfónicas y filarmónicas o bien tocan el piano. Los instrumentos clásicos alcanzan a menudo un volumen muy elevado, que se multiplica en las interpretaciones a plena orquesta. Además, llegar a dominar determinados instrumentos requiere un período de aprendizaje muy largo. Los profesionales del violín, la flauta o el chelo, entre otros, empiezan a practicar a muy temprana edad, y por tanto su tiempo de exposición al instrumento puede ser de décadas antes de poder dedicarse a ello profesionalmente. Entre los grupos de rock, yo creo que las pérdidas de audición y daños al oído se tienen hasta cierto punto asumidas; como riesgos laborales, se podría decir.
¿Puede alguien sufrir de tinnitus e hiperacusia sin saberlo?
Sí, y existe un miedo y una vergüenza asociadas con estos dos trastornos que puede conducir a la melofobia. Muchas personas que los padecen se sienten culpables y estúpidas por haberse puesto en la situación que los llevó a ese estado. “Sabía que tenía que haberme ido del concierto: me ardían los oídos pero me daba corte decirle a la chica con la que estaba que nos fuéramos, así que cometí la tontería de quedarme”. Al paciente también le preocupa ser visto de manera diferente en el trabajo o en ambientes sociales: todos disfrutan de la fiesta de año nuevo o de una reunión, mientras que ellos no pueden. Estas personas suelen rechazar las invitaciones a esos eventos y poco a poco se van diluyendo, llegando a convertirse en algunos casos en prisioneros en su propia casa.
¿Cuáles son las señales y los síntomas?
El insomnio es uno de los principales acompañantes del tinnitus y la hiperacusia. También el uso de tapones para los oídos más allá de lo que sería normal. Y evitar ir al cine o a fiestas y, por método, llegar a los eventos cuando ya concluyeron; cuando la cena ya terminó, o cuando los músicos están guardando su equipo. He tenido pacientes que ni soñarían con escuchar la radio, un estéreo ni música en vivo, y hacen los mayores esfuerzos por evitar situaciones como estas. Conozco el caso de una persona que acompañó a su hija hasta el altar en completo silencio. Un vez allí le dio un beso y salió por la puerta más cercana para ver el resto de la ceremonia a distancia.
¿Cree posible desarrollar una especie de miedo permanente a la música?
Sí, pero no sólo a la música sino al sonido en general, al ruido que emita cualquier cosa que haya en el mundo. La música es simplemente el foco principal de ese miedo porque solemos escucharla a altos volúmenes, a veces usa tonos muy agudos y a menudo tiene variaciones impredecibles.
Parece que, en nuestra vida diaria, cada vez hay más música intrusiva y ruidos molestos en los espacios públicos. ¿Diría que esto es malo de por sí?
Por supuesto. Nuestro cuerpo no está diseñado para soportar una avalancha de sonidos cada minuto de nuestras vidas. Tendríamos que adoptar el estándar europeo de alerta de sonidos a 80 decibelios, en vez de los 85 que tenemos como estándar en Estados Unidos. En Suecia vi jardines de infancia en los que había luces en las paredes para monitorizar el sonido: luces verdes cuando el ambiente es tranquilo y silencioso, luces amarillas cuando se incrementa el ruido y, a los 80 dB, se encienden las luces rojas. Los niños pueden ver cuándo están haciendo demasiado ruido. Controlarse a sí mismos.
¿Y qué hay de los reproductores MP3?
El uso de aparatos que, como el iPod, fuerzan el sonido hasta el interior del canal auditivo a través de auriculares incrustados directamente en el oído va a producir en las generaciones jóvenes más pérdida de audición y otros problemas auditivos de lo que jamás hayamos visto en el pasado. Esto va a ser una epidemia de grandes dimensiones. Debemos educarnos, a nuestros hijos y a nosotros mismos, de que tocar o escuchar música a volúmenes exagerados no es precisamente una buena idea. Los chavales que tocan en grupos u orquestas deberían llevar protección. Hay tapones específicos para músicos con filtros de 9, 15 o 25 decibelios. Sabemos que hay una relación entre el tinnitus, la hiperacusia y la exposición al ruido, de modo que hagamos todo lo posible para prevenir estos casos antes de que sean irreversibles.
¿Qué le sugeriría a alguien que sospeche haber desarrollado melofobia?
Visitar cuantos antes a un especialista en tinnitus e hiperacusia, si cree que sus problemas están relacionados con esos dos síntomas. Tras una revisión completa se le podría hacer seguir, de ser necesario, una terapia cognitiva como parte de su programa de rehabilitación. También le recomendaría que visitara a un otorrino para tratar cualquier posible enfermedad en los oídos que pudiera entorpecer su recuperación.
John Loudenback, ingeniero de sonido, disfruta con todo lo relacionado con la música y con la producción. Diseña y construye equipo avanzado de audio: amplis, altavoces... Le gusta pasar tiempo con sus amigos, con su familia y con Ubie, su gato. También la música, desde la clásica hasta el punk. Entre sus favoritos están Bruckner, Shostakovich, Mahler, Strauss, X, Radiohead, Keren Ann, Procol Harum, Roger Waters y Pink Floyd. Hace unos años John empezó a afrontar la melofobia.
Vice: ¿Qué ocasionó tu hipersensibilidad al sonido?
John Loudenback: Un ruido de muy alta frecuencia de una línea eléctrica estaba dando problemas con un amplificador que mi padre y yo habíamos comprado y con el que estábamos trabajando. La calidad de sonido era excelente y el volumen muy, muy fuerte, pero cuando terminábamos de usarlo, nos dolían los oídos. Y se volvían más y más sensibles cada vez.
¿Cuándo te diste cuenta de que tendías a evitar los sonidos?
Tras nueve meses de usar intensivamente el amplificador, me di cuenta de que había desarrollado una sensibilidad extrema al sonido. Pronto supe sobre la TRT y sobre la fonofobia, el miedo al sonido. No acepté que padecía fonofobia hasta que empecé a recibir orientación vía email de un especialista inglés en hiperacusia. A la gente no le gusta la palabra “fonofobia”, creen que se trata de algo psicológico. En realidad es un problema neurofisiológico.
¿Cómo condujo esto a una fobia a la música?
Debido a mis pasadas experiencias negativas con la música, acabé desarrollando una fuerte aversión y dejé de escucharla. Completamente. A veces lo intentaba en mi coche o yendo a tiendas de música, pero inevitablemente mis oídos se irritaban o me dolían. La música fuerte se convirtió en un verdadero problema. Este trastorno me impedía seguir con mi afición por el audio o tomar parte en actividades con amigos y familia, ya que no podía ir a restaurantes o a cualquier otro lugar con música. Fue devastador.
¿Había algún tipo de música que te hiciera sentir especialmente mal?
El rock era para mí lo más difícil por el procesado y efectos de estudio que se utilizan en los discos. “Gypsy Road”, de Cinderella, era una de las canciones más hirientes para mí. La mala calidad de grabación hizo que la voz de Tom Keifer sonara muy cortante, con brillo excesivo. También los instrumentos de cuerda en la música clásica me resultaban muy irritantes.
¿Qué cosas hacías para adaptarte a un mundo con música en todas partes?
Evitaba los sonidos tanto como me era posible. Y cuando no, utilizaba protectores para los oídos. Cuando comencé con la TRT vivía virtualmente en silencio. Prácticamente me había recluido en casa, y ni siquiera allí me quitaba los tapones. Entonces me enteré de que el uso excesivo de protectores para los oídos los hace más sensibles. Eso lo complicó todo aún más. No se recomienda evitar totalmente la música o los sonidos que te provocaron problemas en el pasado. Poco a poco tuve que dejar de utilizar los tapones. Mi meta era dejar que mis oídos se acostumbraran gradualmente a los sonidos y la música que había estando evitando. Esto significó tener que enfrentarme a síntomas muy desagradables. Pitidos en los oídos, dolores de cabeza, imposibilidad de tener pensamientos positivos... Hay muchos sonidos para los que el oído necesita cierto tiempo.
¿Cómo estás a día de hoy?
¡He hecho grandes progresos! Salgo y voy de compras, pero todavía tengo límites respecto al tiempo que puedo escuchar determinada música.
¿Qué consejo le darías a alguien que creyera haber desarrollado fonofobia o melofobia?
Que no utilice protección en los oídos continuamente ni pase largos períodos de tiempo en completo silencio. Que no se hunda ni se deje llevar por pensamientos negativos. Y, sobre todo, que busque a un médico especialista en TRT.
Aunque parezca extraño, la mayoría de mis pacientes músicos tocan en orquestas sinfónicas y filarmónicas o bien tocan el piano. Los instrumentos clásicos alcanzan a menudo un volumen muy elevado, que se multiplica en las interpretaciones a plena orquesta. Además, llegar a dominar determinados instrumentos requiere un período de aprendizaje muy largo. Los profesionales del violín, la flauta o el chelo, entre otros, empiezan a practicar a muy temprana edad, y por tanto su tiempo de exposición al instrumento puede ser de décadas antes de poder dedicarse a ello profesionalmente. Entre los grupos de rock, yo creo que las pérdidas de audición y daños al oído se tienen hasta cierto punto asumidas; como riesgos laborales, se podría decir.
¿Puede alguien sufrir de tinnitus e hiperacusia sin saberlo?
Sí, y existe un miedo y una vergüenza asociadas con estos dos trastornos que puede conducir a la melofobia. Muchas personas que los padecen se sienten culpables y estúpidas por haberse puesto en la situación que los llevó a ese estado. “Sabía que tenía que haberme ido del concierto: me ardían los oídos pero me daba corte decirle a la chica con la que estaba que nos fuéramos, así que cometí la tontería de quedarme”. Al paciente también le preocupa ser visto de manera diferente en el trabajo o en ambientes sociales: todos disfrutan de la fiesta de año nuevo o de una reunión, mientras que ellos no pueden. Estas personas suelen rechazar las invitaciones a esos eventos y poco a poco se van diluyendo, llegando a convertirse en algunos casos en prisioneros en su propia casa.
¿Cuáles son las señales y los síntomas?
El insomnio es uno de los principales acompañantes del tinnitus y la hiperacusia. También el uso de tapones para los oídos más allá de lo que sería normal. Y evitar ir al cine o a fiestas y, por método, llegar a los eventos cuando ya concluyeron; cuando la cena ya terminó, o cuando los músicos están guardando su equipo. He tenido pacientes que ni soñarían con escuchar la radio, un estéreo ni música en vivo, y hacen los mayores esfuerzos por evitar situaciones como estas. Conozco el caso de una persona que acompañó a su hija hasta el altar en completo silencio. Un vez allí le dio un beso y salió por la puerta más cercana para ver el resto de la ceremonia a distancia.
¿Cree posible desarrollar una especie de miedo permanente a la música?
Sí, pero no sólo a la música sino al sonido en general, al ruido que emita cualquier cosa que haya en el mundo. La música es simplemente el foco principal de ese miedo porque solemos escucharla a altos volúmenes, a veces usa tonos muy agudos y a menudo tiene variaciones impredecibles.
Parece que, en nuestra vida diaria, cada vez hay más música intrusiva y ruidos molestos en los espacios públicos. ¿Diría que esto es malo de por sí?
Por supuesto. Nuestro cuerpo no está diseñado para soportar una avalancha de sonidos cada minuto de nuestras vidas. Tendríamos que adoptar el estándar europeo de alerta de sonidos a 80 decibelios, en vez de los 85 que tenemos como estándar en Estados Unidos. En Suecia vi jardines de infancia en los que había luces en las paredes para monitorizar el sonido: luces verdes cuando el ambiente es tranquilo y silencioso, luces amarillas cuando se incrementa el ruido y, a los 80 dB, se encienden las luces rojas. Los niños pueden ver cuándo están haciendo demasiado ruido. Controlarse a sí mismos.
¿Y qué hay de los reproductores MP3?
El uso de aparatos que, como el iPod, fuerzan el sonido hasta el interior del canal auditivo a través de auriculares incrustados directamente en el oído va a producir en las generaciones jóvenes más pérdida de audición y otros problemas auditivos de lo que jamás hayamos visto en el pasado. Esto va a ser una epidemia de grandes dimensiones. Debemos educarnos, a nuestros hijos y a nosotros mismos, de que tocar o escuchar música a volúmenes exagerados no es precisamente una buena idea. Los chavales que tocan en grupos u orquestas deberían llevar protección. Hay tapones específicos para músicos con filtros de 9, 15 o 25 decibelios. Sabemos que hay una relación entre el tinnitus, la hiperacusia y la exposición al ruido, de modo que hagamos todo lo posible para prevenir estos casos antes de que sean irreversibles.
¿Qué le sugeriría a alguien que sospeche haber desarrollado melofobia?
Visitar cuantos antes a un especialista en tinnitus e hiperacusia, si cree que sus problemas están relacionados con esos dos síntomas. Tras una revisión completa se le podría hacer seguir, de ser necesario, una terapia cognitiva como parte de su programa de rehabilitación. También le recomendaría que visitara a un otorrino para tratar cualquier posible enfermedad en los oídos que pudiera entorpecer su recuperación.
John Loudenback, ingeniero de sonido, disfruta con todo lo relacionado con la música y con la producción. Diseña y construye equipo avanzado de audio: amplis, altavoces... Le gusta pasar tiempo con sus amigos, con su familia y con Ubie, su gato. También la música, desde la clásica hasta el punk. Entre sus favoritos están Bruckner, Shostakovich, Mahler, Strauss, X, Radiohead, Keren Ann, Procol Harum, Roger Waters y Pink Floyd. Hace unos años John empezó a afrontar la melofobia.
Vice: ¿Qué ocasionó tu hipersensibilidad al sonido?
John Loudenback: Un ruido de muy alta frecuencia de una línea eléctrica estaba dando problemas con un amplificador que mi padre y yo habíamos comprado y con el que estábamos trabajando. La calidad de sonido era excelente y el volumen muy, muy fuerte, pero cuando terminábamos de usarlo, nos dolían los oídos. Y se volvían más y más sensibles cada vez.
¿Cuándo te diste cuenta de que tendías a evitar los sonidos?
Tras nueve meses de usar intensivamente el amplificador, me di cuenta de que había desarrollado una sensibilidad extrema al sonido. Pronto supe sobre la TRT y sobre la fonofobia, el miedo al sonido. No acepté que padecía fonofobia hasta que empecé a recibir orientación vía email de un especialista inglés en hiperacusia. A la gente no le gusta la palabra “fonofobia”, creen que se trata de algo psicológico. En realidad es un problema neurofisiológico.
¿Cómo condujo esto a una fobia a la música?
Debido a mis pasadas experiencias negativas con la música, acabé desarrollando una fuerte aversión y dejé de escucharla. Completamente. A veces lo intentaba en mi coche o yendo a tiendas de música, pero inevitablemente mis oídos se irritaban o me dolían. La música fuerte se convirtió en un verdadero problema. Este trastorno me impedía seguir con mi afición por el audio o tomar parte en actividades con amigos y familia, ya que no podía ir a restaurantes o a cualquier otro lugar con música. Fue devastador.
¿Había algún tipo de música que te hiciera sentir especialmente mal?
El rock era para mí lo más difícil por el procesado y efectos de estudio que se utilizan en los discos. “Gypsy Road”, de Cinderella, era una de las canciones más hirientes para mí. La mala calidad de grabación hizo que la voz de Tom Keifer sonara muy cortante, con brillo excesivo. También los instrumentos de cuerda en la música clásica me resultaban muy irritantes.
¿Qué cosas hacías para adaptarte a un mundo con música en todas partes?
Evitaba los sonidos tanto como me era posible. Y cuando no, utilizaba protectores para los oídos. Cuando comencé con la TRT vivía virtualmente en silencio. Prácticamente me había recluido en casa, y ni siquiera allí me quitaba los tapones. Entonces me enteré de que el uso excesivo de protectores para los oídos los hace más sensibles. Eso lo complicó todo aún más. No se recomienda evitar totalmente la música o los sonidos que te provocaron problemas en el pasado. Poco a poco tuve que dejar de utilizar los tapones. Mi meta era dejar que mis oídos se acostumbraran gradualmente a los sonidos y la música que había estando evitando. Esto significó tener que enfrentarme a síntomas muy desagradables. Pitidos en los oídos, dolores de cabeza, imposibilidad de tener pensamientos positivos... Hay muchos sonidos para los que el oído necesita cierto tiempo.
¿Cómo estás a día de hoy?
¡He hecho grandes progresos! Salgo y voy de compras, pero todavía tengo límites respecto al tiempo que puedo escuchar determinada música.
¿Qué consejo le darías a alguien que creyera haber desarrollado fonofobia o melofobia?
Que no utilice protección en los oídos continuamente ni pase largos períodos de tiempo en completo silencio. Que no se hunda ni se deje llevar por pensamientos negativos. Y, sobre todo, que busque a un médico especialista en TRT.
Julie Hope tiene 63 años, está casada y tiene cinco hijos, “muchos” nietos y cinco bisnietos. Ha sufrido de epilepsia casi toda su vida. Cuidadora profesional jubilada, Julie siempre ha amado la música, pero ha tenido que afrontar que durante largo tiempo la música haya sido un “disparador” de sus crisis. Julie sufre de epilepsia musicogénica.
Vice: ¿Cuándo tuvo por primera vez un episodio de epilepsia musicogénica?
Julie Hope: Tuvo que ser durante mi luna de miel, cuando fuimos a un concierto de rock fusión. No recuerdo el nombre del grupo, pero la música sonaba increíblemente alta y había mucha gente saltando encima del escenario. Las notas subían y bajaban, era algo frenético. Empecé a temblar. Los bajos hacían que sintiera como si me estuviera ahogando. Me recordó un episodio de status epilepticus anterior en el que estuve a un paso de morir. Comencé a alucinar. Hubo un momento en que lo único que veía era a los músicos agitándose como hojas en el escenario. Me hizo pensar en cómo deben verme los demás durante un ataque de convulsiones tónico-clónicas. Me sacaron del lugar en silla de ruedas. Supe que en adelante debería alejarme de ese tipo de música.
¿Qué hace para adaptarse a un mundo en el que la música está en todas partes?
Siempre he tenido una gran determinación. Si se me presenta un problema, hago todo lo posible por superarlo. Intento darle la vuelta y pensar de forma positiva, escuchando sólo la parte buena de la música y bloqueando la mala.
¿Cuáles son para usted esas partes buenas y malas?
Para mí, música buena sería algo como “In the arms of an angel”, de Sarah McLachlan, que me encanta. Las notas suenan como si subieran y bajaran lentamente, como si se movieran a mi alrededor. Me produce una sensación de protección, como si nada me pudiera afectar, ni siquiera un ataque epiléptico. La música de arpa también me resulta beneficiosa, es apacible y me calma. Con los ojos cerrados y el cuerpo y la mente relajados, nada te puede tocar. Ni un ataque.
Asocio la mala música con el estallido de un trueno: hay silencio y, después, un fuerte estrépito o el agudo chillido de un instrumento, que me deja aterrorizada, presa del miedo. Un ejemplo sería cualquier tipo de marcha, como las que tocan en los funerales militares. Los clarines, las cornetas, los saxofones, las percusiones apagadas, el sonido de los pies marchando... Para mí, eso no tiene nada de “canción”; son sólo sonidos fuertes. También me encanta Elvis, pero en algunas canciones se ponía intenso y salvaje y no puedo con ellas. No recuerdo sus títulos porque mi cerebro no me permite pensar mucho tiempo cuando escucho algo que creo que me puede provocar una crisis.
¿Siente que se está perdiendo algo?
Hay conciertos a los que me encantaría ir, pero mi fobia me lo impide. Todos hablan tanto de AC/DC que me gustaría ir y verlos, pero, por lo que he oído mencionar, seguramente sufriría un ataque. Ah, ¡Ashley Tisdale! Para mí, toda su música es mala. Los instrumentos y el ruido de fondo ahogan las canciones en sí. ¡No se entiende lo que canta! Tantos efectos y ruidos me paralizan el cerebro. Si por casualidad oigo suyo en televisión tengo que irme a toda prisa de la habitación o cambiar de canal porque puedo tener un ataque. El cerebro es algo extraño, muy diferente de persona a persona.
¿Qué le diría a alguien que cree que ha desarrollado melofobia?
Primero, que se pregunte si no es sencillamente que la música no le gusta, que es algo que le pasa a mucha gente. Pero si de verdad le gusta la música y hay algo que se interpone, que trate de averiguar qué está provocando el problema. ¿Yo? Yo soy testaruda y tomé la determinación de averiguarlo. Descubrí que la raíz de mi problema estaba en algo que me había sucedido y que mi cerebro había bloqueado. Lo más importante es encontrar la raíz de esa melofobia y, partiendo de ahí, trabajar para hallar una solución.
Puede encontrarse información y recursos en www.tinnitus-pjj.com o en la web de la Tinnitus Practitioners Association, www.tinnituspractitioners.com.
Fuente: MIEDO A LA MÚSICA - ¡La melofobia es real! -
Vice: ¿Cuándo tuvo por primera vez un episodio de epilepsia musicogénica?
Julie Hope: Tuvo que ser durante mi luna de miel, cuando fuimos a un concierto de rock fusión. No recuerdo el nombre del grupo, pero la música sonaba increíblemente alta y había mucha gente saltando encima del escenario. Las notas subían y bajaban, era algo frenético. Empecé a temblar. Los bajos hacían que sintiera como si me estuviera ahogando. Me recordó un episodio de status epilepticus anterior en el que estuve a un paso de morir. Comencé a alucinar. Hubo un momento en que lo único que veía era a los músicos agitándose como hojas en el escenario. Me hizo pensar en cómo deben verme los demás durante un ataque de convulsiones tónico-clónicas. Me sacaron del lugar en silla de ruedas. Supe que en adelante debería alejarme de ese tipo de música.
¿Qué hace para adaptarse a un mundo en el que la música está en todas partes?
Siempre he tenido una gran determinación. Si se me presenta un problema, hago todo lo posible por superarlo. Intento darle la vuelta y pensar de forma positiva, escuchando sólo la parte buena de la música y bloqueando la mala.
¿Cuáles son para usted esas partes buenas y malas?
Para mí, música buena sería algo como “In the arms of an angel”, de Sarah McLachlan, que me encanta. Las notas suenan como si subieran y bajaran lentamente, como si se movieran a mi alrededor. Me produce una sensación de protección, como si nada me pudiera afectar, ni siquiera un ataque epiléptico. La música de arpa también me resulta beneficiosa, es apacible y me calma. Con los ojos cerrados y el cuerpo y la mente relajados, nada te puede tocar. Ni un ataque.
Asocio la mala música con el estallido de un trueno: hay silencio y, después, un fuerte estrépito o el agudo chillido de un instrumento, que me deja aterrorizada, presa del miedo. Un ejemplo sería cualquier tipo de marcha, como las que tocan en los funerales militares. Los clarines, las cornetas, los saxofones, las percusiones apagadas, el sonido de los pies marchando... Para mí, eso no tiene nada de “canción”; son sólo sonidos fuertes. También me encanta Elvis, pero en algunas canciones se ponía intenso y salvaje y no puedo con ellas. No recuerdo sus títulos porque mi cerebro no me permite pensar mucho tiempo cuando escucho algo que creo que me puede provocar una crisis.
¿Siente que se está perdiendo algo?
Hay conciertos a los que me encantaría ir, pero mi fobia me lo impide. Todos hablan tanto de AC/DC que me gustaría ir y verlos, pero, por lo que he oído mencionar, seguramente sufriría un ataque. Ah, ¡Ashley Tisdale! Para mí, toda su música es mala. Los instrumentos y el ruido de fondo ahogan las canciones en sí. ¡No se entiende lo que canta! Tantos efectos y ruidos me paralizan el cerebro. Si por casualidad oigo suyo en televisión tengo que irme a toda prisa de la habitación o cambiar de canal porque puedo tener un ataque. El cerebro es algo extraño, muy diferente de persona a persona.
¿Qué le diría a alguien que cree que ha desarrollado melofobia?
Primero, que se pregunte si no es sencillamente que la música no le gusta, que es algo que le pasa a mucha gente. Pero si de verdad le gusta la música y hay algo que se interpone, que trate de averiguar qué está provocando el problema. ¿Yo? Yo soy testaruda y tomé la determinación de averiguarlo. Descubrí que la raíz de mi problema estaba en algo que me había sucedido y que mi cerebro había bloqueado. Lo más importante es encontrar la raíz de esa melofobia y, partiendo de ahí, trabajar para hallar una solución.
Puede encontrarse información y recursos en www.tinnitus-pjj.com o en la web de la Tinnitus Practitioners Association, www.tinnituspractitioners.com.
Fuente: MIEDO A LA MÚSICA - ¡La melofobia es real! -
Vice Magazine
Perfil de la neuroprotección de la minociclina en la hipoacusia por hiperbilirrubinemia
La hiperbilirrubinemia excesiva (JJS) en los recién nacidos humanos puede causar la disfunción permanente del sistema auditivo, según los potenciales evocados auditivos del tronco cerebral (PEAT).
Las crías de rata Gunn con hiperbilirrubinemia (JJS) presentan anomalías similares en los PEAT a los humanos recién nacidos hiperbilirubinemicos.
La administracióin de Sulfadimetoxina (sulfamidas) en casos de JJS, que desplazan a la bilirrubina de la albúmina de suero en los tejidos como el cerebro, exacerba la toxicidad aguda.
La minociclina administrada previamente a las sulfas en JJS protege contra alteraciones del PEAT.
Este estudio evalúa la capacidad neuroprotectora de la minociclina HCl (50 mg / kg) administrada 30 ó 120 minutos antes de las sulfas (200 mg / kg) en 16 JJS de un día.
Estos estudios indican que la minociclina tiene un efecto neuroprotector calificado cuando se administra en casos de neurotoxicidad aguda por bilirrubina .
Palabras clave: potenciales evocados auditivos de tallo cerebral, los recién nacidos; ratas GunnSiglas: UDP, uridina-di-fosfato; PEAT, potenciales evocados auditivos de tronco cerebral, ABR, respuestas auditivas del tronco cerebral; sulfa, sulfadimetoxina, jj, ratas homocigotos recesivos ictericia Gunn, Nj, heterocigotos ratas Gunn no ictericia
Autores:
Ann C. Rice, a, , Victoria Chioua, , Sarah B. Zuckoffa, and Steven M. Shapiroa,
a Department of Neurology, Virginia Commonwealth University, Richmond, VA, U.S.A. 23298-0599
Departamento de Neurología, POBox 980599, UCV, Richmond, VA 23298-0599. Fax: 1 804 828 5654.
Fuente: Brain Research
Artículo en prensa,
Las crías de rata Gunn con hiperbilirrubinemia (JJS) presentan anomalías similares en los PEAT a los humanos recién nacidos hiperbilirubinemicos.
La administracióin de Sulfadimetoxina (sulfamidas) en casos de JJS, que desplazan a la bilirrubina de la albúmina de suero en los tejidos como el cerebro, exacerba la toxicidad aguda.
La minociclina administrada previamente a las sulfas en JJS protege contra alteraciones del PEAT.
Este estudio evalúa la capacidad neuroprotectora de la minociclina HCl (50 mg / kg) administrada 30 ó 120 minutos antes de las sulfas (200 mg / kg) en 16 JJS de un día.
Estos estudios indican que la minociclina tiene un efecto neuroprotector calificado cuando se administra en casos de neurotoxicidad aguda por bilirrubina .
Palabras clave: potenciales evocados auditivos de tallo cerebral, los recién nacidos; ratas GunnSiglas: UDP, uridina-di-fosfato; PEAT, potenciales evocados auditivos de tronco cerebral, ABR, respuestas auditivas del tronco cerebral; sulfa, sulfadimetoxina, jj, ratas homocigotos recesivos ictericia Gunn, Nj, heterocigotos ratas Gunn no ictericia
Autores:
Ann C. Rice, a, , Victoria Chioua, , Sarah B. Zuckoffa, and Steven M. Shapiroa,
a Department of Neurology, Virginia Commonwealth University, Richmond, VA, U.S.A. 23298-0599
Departamento de Neurología, POBox 980599, UCV, Richmond, VA 23298-0599. Fax: 1 804 828 5654.
Fuente: Brain Research
Artículo en prensa,
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