viernes, 2 de septiembre de 2011

1000 vatios para no olvidar

Historia clínica
Dr. Darío Roitman



Diecinueve años y fanático de un grupo de rock muy popular . Cuando vino a la consulta me contó todo con lujo de detalles. " El 31 de agosto a la noche me fui al recital. Conseguí entradas para el campo, y me puse justo frente a las cajas acústicas. Estuve como 4 horas pegadito a los parlantes... ¡como 1000 vatios daban! ¡Fue inolvidable! Me aguanté a los 3 grupos soporte para esperar a mi favorito.

"Pero cuando terminó el recital, los oídos me hacían un bochinche infernal. El silencio de mi casa fue aún peor: era como tener millones de grillos en cada oído. Y, además, estaba como sordo. Los ruidos de la cocina de mi vieja me molestaban, cada plato que lavaba era una tortura china, mis oídos parecían a punto de estallar.

"Me tomé un sedante de la abuela para poder dormir. Al día siguiente estaba algo mejor, pero todavía hoy -tres meses después- me molesta muchísmo cualquier ruido y siguen los malditos zumbidos, que me invaden el silencio y no me dejan concentrar ni descansar... ¡y ni hablar de ir a bailar! No soporto ni el ruido de afuera ni mis propios zumbidos."

Los estudios audiométricos demostraron que tenía un trauma acústico . Las células ciliadas externas (células auditivas) que se encuentran en el órgano de Corti , dentro del caracol , se pueden dañar, incluso morir, ante un ruido muy fuerte y prolongado. Y las células que se pierden no se regeneran.

El oído tiene alrededor de 60.000 células ciliadas. Cada sonido estimula un grupo de células distintas, que luego lo transmite al nervio auditivo, formado por fibras. Un sonido muy fuerte puede producir un cortocircuito que desordene la conexión de estas fibras. El resultado es una mezcla de sonidos que el cerebro interpreta como zumbidos ( acúfenos o tinnitus) . Y dura mientras las células auditivas agonizantes se recuperan, aunque no siempre lo logran.

Le expliqué que desde allí en más iba a tener que protegerse de los ruidos intensos para evitar perjudicar aún más su oído.

Recibió medicación para ayudarlo en este proceso de recuperación. Sus acúfenos se trataron con la técnica de reentrenamiento auditivo con generadores de sonido, que son pequeños equipos con forma de audífonos que producen un sonido similar al que sufre el paciente. Si se los utiliza durante cierto tiempo habitúan al área auditiva del cerebro a que aprenda a ignorarlos. Al ignorar el sonido del aparato, se logra ignorar el del propio cuerpo. Es como cuando uno se compra una heladera: el sonido que produce molesta por un tiempo. Luego de tres meses, el cerebro se acostumbra y le quita atención al ruido repetitivo. Dos meses después de iniciado el tratamiento, Roberto ya casi no tiene molestia ante el ruido. Sigue con los generadores de sonido para disminuir la intensidad de sus acúfenos y con tapones protectores de sonido se esta animando a volver a ir a bailar.

El autor es otorrinolaringólogo a cargo del Consultorio de Acúfenos del Hospital de Clínicas .
Fuente: Editado en el diario La Nacion, Argentina, Suplemento de Salud, Miércoles 03 de noviembre de 1999 | Publicado en edición impresa

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