viernes, 29 de enero de 2010

Ese absurdo ruido de fondo








Viernes , 29-01-10
JAVIER CORTIJO
Rebollo es el segundo Javier que asoma por estas líneas que padece acúfenos o tinnitus. Sólo quien sufre este lento tormento auditivo sabe el grado de erosión social y psicológica que puede provocar.

A falta de remedio médico (sólo hay que cruzar los dedos para controlar su carcoma), el director de «Lo que sé de Lola» (ganador de la Concha de Plata en San Sebastián, recordemos) ha optado por un exorcismo creativo para hacer más soportable su cruz.

Le comprendo, no sabe hasta qué punto. Uno de los tratamientos (fallidos) conlleva la destrucción del laberinto del oído interno.

No sé si también será su caso, pero es curioso que en su segundo filme fabrique precisamente un laberinto de cristal para introducir en él a su protagonista (que, cómo no, sufre zumbidos constantes) y dejar que recorra, a ciegas y casi como una tapia, una noche urbana que poco tiene que ver con la retratada por Almodóvar, Scorsese o Céline.

Para algunos, contemplar el gris viaje de esta ama de casa desencantadísima que interpreta mineralmente Carmen Machi, y sus kaurismakianas paradas y fondas (ese actor checo-polaco tendría que optar al Goya al mejor revelación, hombre), tiene el mismo efecto que mirar un escaparate lleno de maniquíes desmembrados.

Que Dios les conserve la audición muchos años... Rosa, la anti-Alicia de Carroll, prima lejana de Jarmusch o los últimos Coen, la pobre mujer que pierde trenes y taxis y que, junto a Artest, podría ser embajadora universal del coñac, es la perfecta materialización del ruido de fondo, molesto e idiota, que nos rodea y mordisquea, a algunos por dentro y a otros por fuera. Aquí, cinco estrellas para Rebollo.
Sin embargo, es posible que, aparte de a él y a mí, al 90% de afortunados espectadores todo esto les traiga al pairo y se aburran soberanamente con una función interminable y absurda.

Un cero para Rebollo. Así que, «ni pa´ti ni pa´mí», dos estrellas y a afinar más el piano para la próxima, tocayo sordo.

Fuente ABC.es/Noticias

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