28.12- Cristina Arrizabalaga sufre vértigo, mareos y pérdida del equilibrio, lo que le impide realizar sus actividades cotidianas.
Hace un mes envió cartas al Hospital, al Intendente y a la Secretaría de Salud para que la ayuden, pero no tuvo respuestas. “Es muy difícil vivir así, quiero que entiendan que tengo 37 años; si tuviera 80, me quedo en la cama esperando, pero quiero vivir”, expresó.
Cristina Mariel Arrizabalaga, de 37 años, padece Síndrome de Ménière, patología que afecta al oído interno y le produce vértigo, zumbidos y pérdida del equilibrio, obligándola a pasar el día sentada en alguna silla o acostada.
Como no cuenta con obra social, se atiende en el Hospital, donde no encontró demasiadas respuestas para su cuadro por falta de especialistas y aparatología. En una extensa peregrinación por distintos consultorios, le recomendaron someterse a un estudio de alta complejidad en Buenos Aires, pero no cuenta con recursos y le pide al Intendente asistencia a través del Fondo de Ayuda Solidaria (FAS).
“Empecé con vértigos y mareos en 2004, por dos o tres meses, pero no me diagnosticaron y me quedó un zumbido en el oído, por el cual todos los años fui recurriendo al Hospital y les fui diciendo que se iba agravando”, relató la mujer.
En enero de este año, comenzó a sufrir vértigos recurrentes y fue internada en el Santamarina para profundizar los estudios. “Me diagnosticaron Síndrome de Ménière, pero ahí queda todo en el Hospital”, contó.
Sin saber qué hacer, siguió consultando a otros médicos en forma particular y dos meses después, perdió la audición y empezó a sentir otros trastornos al realizar movimientos con el brazo.
Un ateneo para
hallar una solución
“Mi enfermedad cada vez empeora más”, dijo abatida e indicó que si bien toma la medicación correspondiente, “necesito hacer rehabilitación y un montón de cosas que se le plantearon al Hospital, pero no cuenta con esa aparatología.
Por ejemplo, yo tengo hernias cervicales y el Hospital no cuenta con traumatólogo especialista el cervical“.
Además, precisó que “me tengo que hacer un doppler de troncos supraórticos y trascraneal en reposo y luego en actividad con los miembros superiores elevados o isquemia, que se hace en dos o tres lugares de Buenos Aires, uno es el Hospital Italiano, y esto lo tengo indicado desde el 12 de octubre”.
Silvina Arrizabalaga dijo que este complejo estudio no se realiza en centros estatales, por lo que en el Santamarina le ofrecieron una derivación para el 23 de enero próximo con neurólogos del Hospital de Clínicas.
“Lo que pasa es que es como ir retrocediendo, porque yo ya tengo un diagnóstico y es que podría ser una fuga en una arteria subclavia y la posibilidad de que las arterias vertebrales con escaso flujo, contando además con que parte de mi familia paterna padecemos Síndrome de Ménière, una enfermedad congénita que necesita un seguimiento”, informó.
Sugirió que “necesito un ateneo, para que me aborden distintos especialistas que lleguen a una conclusión de la enfermedad para que yo pueda tener una mejor calidad de vida.
No sé si está la solución mágica, pero sí sé que hay tratamientos en Buenos Aires, en hospitales de alta complejidad hay maquinaria, y eso es lo que necesito”.
“Quiero vivir”
Hace un mes, Silvina Arrizabalaga presentó cartas ante el Hospital, la Secretaría de Salud del Municipio y al Intendente, contando su caso y solicitando ayuda. Al no haber logrado respuestas, expresó que “este pedido se lo estoy haciendo directamente al señor Intendente porque sé que hay un fondo para casos especiales, entonces le pido que por favor tome cartas en el asunto, que revea el caso, porque necesito ser abordada por especialistas y maquinaria competente que acá en Tandil no hay”.
Confirmó que aún no recurrió al Concejo Deliberante para ver si la puede orientar con los trámites del Fondo de Ayudad Solidaria (FAS), recursos afectados que surgen a partir de un porcentaje en el pago de la factura de energía eléctrica que emite la Usina.
Antes de enfermar, Silvina “trabajaba y tenía una vida totalmente normal. A partir de enero, mi vida ha cambiado totalmente y cada día estoy más imposibilitada, tengo menos equilibrio, siento más mareos”.
A todo esto, se le sumó un embarazo no embrionario y tuvo que someterse a dos legrados. “La medicación y los días de internación no ayudan a mi problema de base y a mi enfermedad en absoluto”, lamentó.
Si bien agradeció todas las atenciones del Hospital, expresó que hay cosas “que escapan” por la aparatología que demanda el caso.
Por otra parte, afirmó que “subsistir es bastante difícil porque las consultas particulares son costosas.
Mi esposo está sin trabajo, alquilamos y algo de medicación sí se retira del Hospital, pero siempre va surgiendo algo que tenés que comprar. Tengo estudios trabados que me puedo hacer en Tandil, pero como ya no tengo fondos tampoco los puedo hacer”.
Para cerrar, confió que “es muy difícil vivir así, quiero que entiendan que tengo 37 años; si tuviera 80, me quedo en la cama esperando, pero quiero vivir. Sé que hay expectativas buenas, que la ciencia avanza con rapidez y sé que abordándome especialistas en lo mío, me pueden llegar a mejorar mi estado de salud”. *
Fuente: Diario El Eco de Tandil, Argentina
http://www.eleco.com.ar/noticias/Inter%C3%A9s-General/163050:4/Una-mujer-que-padece-S%C3%ADndrome-de-M%C3%A9ni%C3%A8re-pide-acceder-al-FAS-para-mejorar-su-calidad-de-vida.html
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