lunes, 7 de diciembre de 2009

Tapones en los oídos


CARMEN REIJA LÓPEZ ES LICENCIADA EN FARMACIA Y DIPLOMADA EN ÓPTICA

CARMEN REIJA Alguna vez habrás notado que, de repente, dejas de oír y sientes una incómoda presión que eres incapaz de explicar. No reconoces esta sensación cuando es la primera vez que te sucede pero, tranquilo, suele ser debida a la presencia de un tapón de cera que debes consultar al médico.

La cera es una sustancia secretada por las glándulas ceruminosas, con función defensiva y protectora del oído y que se expulsa continuamente al exterior por varios mecanismos. Su actividad es importante porque protege el canal auditivo de la humedad, los golpes y -con la ayuda de los pelos del conducto- evita la penetración de polvo, insectos y elementos peligrosos.

Cuando se produce en exceso o no se elimina adecuadamente y se realizan maniobras irritantes locales (como el uso de bastoncillos) o los conductos auditivos son estrechos y tortuosos, se producen acúmulos que acaban formando un tapón (mezcla de secreciones de la piel y del conducto auditivo externo: la cera de las glándulas ceruminosas, los productos de descamación y la secreción sebácea). Como se forma lentamente, no nos enteramos hasta que, al ponerse en contacto con el agua, se hincha provocando sordera brusca y dolor.

Así, se considera que los tapones son conglomerados de cerumen de color oscuro, más o menos sólidos que ocluyen el conducto auditivo. Se puede diferenciar entre tapones de cera y tapones epidérmicos, aunque su efecto sobre el que los padece es muy similar.

El paciente nota una pérdida de audición brusca relacionada con la entrada de agua en el oído. Entre los síntomas se incluyen mareos, vértigo, dolor, zumbidos, molestias, sensación de plenitud y de poder oírse a uno mismo (autofonia) e inestabilidad.

El diagnóstico médico se basa en lo que refiere el paciente y la otoscopia, con la que se realiza un estudio exhaustivo para analizar la causa y descartar la existencia de otros problemas (una perforación timpánica). Especial precaución precisan los pacientes con supuración frecuente, otitis, problemas en el tímpano, drenajes, tapones epidérmicos, etc. que pueden ser derivados al otorrinolaringólogo.

El tratamiento consiste en eliminar el tapón y debe realizarlo el médico. Lo más frecuente es:

-Reblandecerlo durante unos días con unas gotas óticas específicas (cerumenolíticas) que lo deshacen. Se instilan en el oído y se inclina la cabeza en sentido contrario para favorecer su entrada y no puede taparse el oído con algodón porque las absorbería y no serían efectivas. La pauta a seguir es: 3-5 gotas, tres veces al día, 5-7 días y si nota picor, acudir inmediatamente al otorrino.

-Irrigaciones de agua templada con jeringas otológicas especiales que se dirigen contra la pared posterior del conducto auditivo. Resulta eficaz ablandarlo primero y después irrigarlo; si no se elimina, repetir el proceso 3-5 días después.

-Extracción con un aparato especial o aspiración con una cánula si no sale por el drenaje natural del canal auditivo.

Las medidas preventivas pasan por:

-Evitar usar bastoncillos porque empujan la cera hacia el interior del oído, hacia el tímpano y pueden provocar una infección del conducto auditivo

-Usar tapones en la piscina para evitar la entrada de agua

-No aplicarse gotas preventivamente

-El exceso de higiene o la limpieza inadecuada; no es recomendable lavar el conducto con suero

-Evitar la entrada de jabón, alcohol o champú en el oído

-La revisión en el otorrino una vez al año.

Las estadísticas confirman que son más frecuentes en las personas mayores y durante el verano porque entra agua en el oído con los baños. Además, en algunas personas se repiten constantemente y otros jamás los padecen porque la calidad de la cera es variable y hay una cierta propensión genética.

Fuente: laopinióncoruña.es » Sociedad - consejos sanitarios

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