lunes, 7 de diciembre de 2009

Uso de equipos musicales con auriculares


Autor Daniel Pabón


- El "¿ah?", el "¿qué?" o el "¿cómo?" de Luz Sánchez no siempre son culpa de su interlocutor. Si bien no ocasiona la sordera absoluta, el uso prolongado de audífonos reduce entre 30 y 60% de agudeza auditiva.

La joven de 22 años va y viene todos los días de la casa al trabajo con su par de tapones sembrados en los oídos. No sólo le regalan la música que guarda en el iPod, también le debilitan progresivamente las células (unos pelitos que pierden fuerza hasta que se caen) de la cóclea, mejor conocida como caracol, que habita en su oído medio.

Esta es una lesión "irrecuperable e irreversible. No la salva ni tratamiento médico, ni quirúrgico. Son lesiones perennes", alerta el médico otorrinolaringólogo Oswaldo Rodríguez Toro. En términos médicos, la afección se conoce como trauma acústico por exposición al ruido. La audiometría es el examen que permite descubrirla.

Sánchez está en la franja de pacientes con edades comprendidas entre 15 y 25 años, hombres y mujeres por igual, que entran con más frecuencia (al menos tres por semana) al consultorio de Rodríguez Toro y salen con el diagnóstico. Coinciden en que sus oídos perciben zumbidos o ruidos, como del motor de una nevera, sin motivo aparente.

Se llaman acúfenos y son un síntoma para preocuparse.Caminar por Valencia abstraída del audio ambiente de la calle no parece preocupar a la estudiante. Si algún conductor le propina un cornetazo o una persona pide auxilio, no se sentirá aludida. Estará sorda para los demás.

Baratos y dañinos

En las tiendas del ramo, la venta de audífonos ha aumentado en los últimos años. Los hay desde el estándar de 16 bolívares, pasando por el de tapón que trastoca parte del oído por 70 bolívares, hasta el que arropa el pabellón de la oreja completo y se consigue hasta en 208 bolívares. El técnico en audio Gustavo Aranda comenta que los más dañinos al oído son los que se empujan al conducto auditivo, pues "concentran todo el sonido y lo envían con más fuerza al caracol", contrario a los audífonos de orejera, que matizan un poco la emisión de ondas sonoras. Coincidencialmente, los más dañinos son al mismo tiempo los más económicos y por ende más solicitados por los compradores. "La gente dice que por comodidad se llevan más los de taponcito", comenta Krislerry Padrón, vendedora del producto.

El especialista en sonido precisa que hasta 80 decibeles (la unidad que mide la potencia acústica), el oído no sufre. Recomienda usar audífonos sólo en casos que la situación lo amerite. De hecho, el diccionario de la Real Academia Española define audífono como un aparato "especialmente usado por los sordos".

Pero, ¿quiénes compran audífonos?

Pablo Escalona estratifica así sus ventas diarias: 10% es adquirido por padres para sus hijos, igual porcentaje da a los adultos y el restante 80% se lo llevan los jóvenes, sobre todo universitarios (no sordos). "A la gente le gusta que el audio se concentre bien, por eso llevan más los económicos", precisa el trabajador en alusión al tipo de aparatos que aceleran la disminución de la agudeza auditiva.Rodríguez Toro adjunta otro problema al uso prolongado de estas microcornetas.

Si los tapones no se limpian regularmente con gel antibacterial, pueden desencadenar otitis externa (inflamación) al oído.

Por necesidad

Para otros, vivir con dos tapones como una extensión del oído no es diversión sino trabajo. Mónica Sánchez es operadora telefónica desde hace tres años y viene escuchando suaves zumbidos desde hace uno. Su perspicacia le permite adelantarse al diagnóstico: "Siento que ha disminuido mi audición, sobre todo en el oído derecho. Ahora escucho un poquito menos que antes", se confiesa.

En la lucha contra la contaminación acústica, la Organización Mundial de la Salud recomienda que el nivel de sonido de los auriculares no exceda los 85 decibeles durante un máximo de una hora ininterrumpida de exposición. En la noche, bien cabe la frase del juego infantil "silencio en la sala", porque el ambiente propicio para conciliar el sueño debería ser inferior a 30 decibeles, lo equivalente al sonido ambiente de una biblioteca. En países como España, el exceso de ruido es penalizado.

Fuente: Diario "El Carabobeño- 04-10-2009-"

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