sábado, 6 de febrero de 2010

"Con mis audífonos soy libre"


Israel Crespo, un joven español de 25 años es como cualquier otro chico de su edad, disfruta de su juventud al máximo a pesar de tener una pérdida de audición severa de nacimiento.

Israel nació en Las Palmas de Gran Canaria, España. Al nacer, le diagnosticaron una hipoacusia severa. Israel tiene una pérdida de audición del 85 por ciento en ambos oídos. Los médicos aconsejaron a sus padres que se trasladaran a la península para obtener el tratamiento adecuado, en forma de lectura de labios, audífonos y asistencia logopédica.

Su padre estuvo en contacto con varios especialistas y, finalmente, cuando Israel tenía tan sólo 18 meses de edad, se mudaron a Madrid. A esa edad Israel comenzó a usar audífonos, y asistió a un centro para aprender a hablar hasta los 17 años.
Siempre lleva puestos sus audífonos
Israel lleva una vida perfectamente normal gracias a sus audífonos.

“Siempre llevo puestos los audífonos. Sólo me los quito para dormir, o cuando voy a la piscina. No me siento a gusto sin ellos, sin ellos soy débil. Sin mis audífonos estoy perdido,” comenta Israel.

“Nunca he tenido problemas con los audífonos. Cuando era pequeño intentaba quitármelos pero mis padres y mis profesores lo impedían y me obligaban a ponérmelos.”

Gracias a eso, Israel se ha acostumbrado a ellos desde muy pequeño.
Infancia dura, genial adolescencia
Israel es un joven alegre, abierto y seguro de sí mismo. Pero no siempre fue así.

Israel fue a una escuela de oyentes hasta los 13 años. Reconoce que fue una época dura.

“Mis compañeros no me trataron bien pero no los culpo. No entendían que pasaba conmigo, y se comportaban así porque no tenían información. Además, yo era una persona muy tímida, me daba vergüenza pedir que me explicaran las cosas que no entendía. Tuve que repetir dos cursos y acudir a clases de apoyo,” explica Israel.

“Pero ahora soy una persona distinta. Soy abierto, extrovertido y seguro de mí mismo. Me encanta conocer gente y tengo amigos por todas partes. Curiosamente, aquellos compañeros del colegio sienten curiosidad por mí y quieren salir conmigo,” comenta Israel.
Ganando confianza en sí mismo
“Mi familia siempre me ha apoyado.”

“Soy la única persona con pérdida de audición en mi familia. Mis padres siempre me han ayudado y han sido comprensivos. Quizás, han tenido más paciencia conmigo que con mis dos hermanos, Patricia y Alejandro,” dice Israel.

“Por otro lado, también me han protegido mucho, especialmente mi madre. Por ejemplo, mi madre no me quiere dejar sólo en casa porque se cree que me voy a quedar dormido y no voy a llegar al trabajo a la hora. Pero eso no puede ocurrir, porque utilizo tres despertadores distintos, incluido mi perro, Oscar. Cuando Oscar oye el despertador viene y me despierta,” cuenta Israel sonriendo.

Pero adquirir confianza en sí mismo se debe principalmente a dos cosas: jugar al ajedrez y conocer a sus nuevos compañeros de clase.

“El ajedrez cambió mi vida. Un vecino, amigo de la familia, me enseñó a jugar. Pero además me enseñó a no tener miedo para pedir a la gente que me explicara lo que no había entendido. Me apunté al grupo de ajedrez, donde aprendí a no temer miedo a conocer a gente, presentarme y charlar. El ajedrez me hizo madurar y hacerme más fuerte. Veo la vida de otro modo,” explica Israel.
Entre dos mundos
Israel estudió administrativo. Le abrió las puertas del mundo exterior y del mercado laboral. Conoció a un grupo de amigos que le ayudaron a romper la barrera de la timidez y el miedo a lo desconocido.

“Antes no salía mucho hasta que conocí a mis nuevos amigos. Dejé de tener miedo y empecé a explorar y descubrir las cosas por mí mismo,” dice Israel.

Uno de sus amigos tiene una hermana sorda.

“Era la primera vez que conocía a una persona sorda profunda que hablaba lenguaje de signos. Me impactó mucho, porque es una persona muy fuerte y activa. Decidí aprender lengua de signos.”

Actualmente está en el segundo curso de lengua de signos. “Me gusta ser capaz de estar entre los dos mundos, el de oyentes y el de sordos. Aprendo muchas cosas muy interesantes. En un futuro me gustaría ser profesor o intérprete y ayudar a niños con problemas,” afirma Israel.
Rompiendo barreras
Israel disfruta la vida. Cada día es una aventura para él.

“Cada día hay que romper una barrera” dice Israel.

Como cualquier chico de su edad, a Israel le encanta conducir su reluciente coche. “No tengo ningún problema para conducir. Sólo tengo que llevar siempre los audífonos.”

Le gusta montar en bicicleta por Madrid.

“Simplemente tengo que ser un poco más cuidadoso. Antes de salir, compruebo mis audífonos, y la bici. Si todo va bien, salgo y disfruto,” explica Israel.

Además, le gusta ir al cine, ir al fútbol a ver al Real Madrid, y sobre todo, salir de fiesta con sus amigos.

“Me gusta ir a la discoteca con mis amigos. Me gusta bailar, en particular, me gusta el ‘reageton’”, dice Israel. “Claro que la música alta y la oscuridad hace algunas cosas más complicadas, pero las resuelvo fácilmente. Cuando no escucho lo que dicen mis amigos, pido a uno de ellos que me lo cuente en un lugar más iluminado, me lo cuenta ¡y ya está!”
No hay que esconderse
Israel comprende que muchas personas tienen reparos para usar audífonos.

“Para algunas personas puede ser molesto acostumbrarse a los audífonos. Pero les recomendaría que no se los quiten. Es la manera más rápida y fácil de acostumbrarse a ellos.”

Israel también da unos consejos a otros jóvenes como él.

”Mi consejo para chicos jóvenes es que no sientan vergüenza por usar audífonos, que no se escondan. Los audífonos nos ayudan a escuchar, es igual que si tienes problemas de vista, pues te pones unas gafas y ves,” dice Israel.

“Deberían pensar en ellos y en los demás. Los audífonos son nuestra fuente de información, nos hacen libres. Con ellos podemos hablar y relacionarnos, y los problemas y barreras se reducen.”

Fuente: Youth "hear it" http://spanish.youth.hear-it.org/page.dsp?page=5677

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