miércoles, 27 de junio de 2012

Los jóvenes se están quedando sordos


Los jóvenes se están quedando sordos
Exponerse a 80 decibelios causa daños irreparables en el oído interno. Un nivel aceptable de ruido se encuentra entre los 35 y 45 decibelios… ¡y un reproductor de audio alcanza hasta los 105 decibelios! Jovencitos… a bajarle al tono.
Diego Peña escucha el 60 por ciento de lo que le dicen. Generalmente tiene que pedir que le repitan todo y desde hace un tiempo, escucha la emisora con más volumen de lo normal.

Él no está sordo, pero el deterioro que presenta en su escucha es tan importante, que varias de sus rutinas han tenido que cambiar. Ahora habla más duro, prefiere conversar personalmente (porque por celular debe hacerlo a gritos) y en los espacios de mucho ruido se desespera, pues generalmente no puede entender a su interlocutor más cercano.

Diego tiene 18 años y terminó acostumbrándose  a que todo “debe sonar más duro” para que pueda oír con claridad.

Rumbas ruidosas y más
Hace ya tiempo, los especialistas vienen alertando sobre el hecho de que los jóvenes están enfrentando altas probabilidades de perder la audición de manera temprana. Pero ellos, literalmente, “se hacen los sordos” ante esa avalancha de sugerencias y no toman precauciones frente a su irresponsable manera de utilizar los oídos.

Nuestras generaciones juveniles viven en un mundo en el que la música, el televisor, el teatro en casa, las rumbas, los juegos de video y hasta las charlas rutinarias están por encima de los decibelios corrientes.

Esta carga de ruido se debe sumar a la congestión de las grandes ciudades y a la contaminación auditiva a la que todas las personas estamos expuestas.

Para completar, ellos tampoco van al médico con frecuencia, no prestan atención a infecciones sencillas y, generalmente, no chequean sus oídos para detectar problemas tempranos.

Y todo esto termina convirtiéndose en un caldo de cultivo que causa  enfermedades irreversibles en el oído, las cuales, tarde o temprano, terminan en una sordera parcial y prematura.

“Más que sordos, están presentando con mayor frecuencia pérdida en su audición a razón del uso inadecuado del reproductor de sonido que supere los 80 decibelios. Exponer el oído a esta intensidad causa daños irreparables en el oído interno”, explica el doctor José Antonio Rivas, médico otólogo y director de la Clínica Rivas, especializada en oído, nariz y garganta.

Un nivel aceptable de ruido se encuentra entre los 35 y 45 decibelios. El tráfico alcanza los 100 decibelios, los vehículos pesados generan un máximo de 125 decibelios, un taladro 125 decibelios y un reproductor de audio alcanza hasta los 105 decibelios.

Es decir, si se suman estas cifras y se multiplica con la frecuencia, se puede deducir que todos los días los jóvenes están expuestos a daños paulatinos que en el futuro serán irreversibles.

El doctor Rivas también cita otras prácticas peligrosas para el oído –que no tocan a la mayoría de nuestras jóvenes-: trabajar con maquinaria o equipo ruidosos o exponerse a ruidos muy intensos, como los disparos de arma de fuego o las explosiones. Estas pueden lesionar el oído interno y menguar la capacidad auditiva.

¿Aló?, ¿aló?
Hay un enemigo silencioso que también ha acelerado los problemas con el oído: el celular. Un estudio realizado por el Instituto de Salud Ambiental de la Universidad de Viena, Austria, demostró que usar teléfonos móviles más de 10 minutos al día aumenta en un 71 por ciento la probabilidad de padecer tinnitus.

Esta enfermedad es conocida por generar  un zumbido en el oído que causa molestias y disminuye la capacidad de escuchar. También ha sido asociada con factores hereditarios, con infecciones y con el uso inadecuad de determinados medicamentos. Ese sonido puede ser intenso, suave, continuo o intermitente; en algunos casos es casi imperceptible y en otros, realmente intolerable.

“Es una lesión de las células microscópicas que tienen forma de vellos y que se encuentran en el oído interno. Las ondas sonoras estimulan a la membrana timpánica y hacen que estas células se muevan, lo cual activa los impulsos nerviosos que el cerebro interpreta como sonido”, explica el doctor Rivas.
Es decir, mientras que las células pilosas normales solo responden a las ondas sonoras, las células dañadas envían impulsos nerviosos al azar; el cerebro interpreta esos mensajes como sonido, replicando de manera desordenada resonancias que se conocen como tinnitus.

Los investigadores aseguran en el estudio, que cuando las personas utilizan el celular, los conductos auditivos absorben de forma directa una gran cantidad de las ondas electromagnéticas que emiten los teléfonos.

“La mayoría de los casos de tinnitus se producen solo en uno de los oídos, y para el 40 por ciento de los pacientes se puede convertir en una patología angustiosa y desesperante”, asegura el estudio, publicado en la revista médica Occupational & Environmental Medicin.

En general, cuando las personas refieren este síntoma, las células nerviosas auditivas especializadas ya están dañadas en forma permanente.  Pero al menos se puede controlar el zumbido dejando de hacer algunas cosas que lo causan o lo empeoran.

Su tratamiento no es único, se tienen medicamentos, re-entrenamiento del tinnitus (TRT), generadores de sonidos, consejería audiológica y sicológica, entre otros.

Escuche las alarmas
Detectar falencias en el oído es una tarea sencilla, pero debe realizarse de forma periódica. Aquí, algunas recomendaciones clave que le permitirán determinar cuándo es recomendable solicitar cita médica:

1. Es necesario estar atentos a la disminución paulatina de la audición. Por eso es importante contabilizar cuántas veces tiene que pedirle a alguien que repita lo que dice. También es bueno medir a qué distancia, en volumen normal,  puede escuchar sin problema el  televisor o el radio.

2. En algunas personas se puede presentar la sensación de taponamiento en uno o los dos oídos. Esta es una señal de alerta importante. Ante este síntoma no recurra a remedios caseros, consulte a un especialista.

3. La presencia de pitidos, silbidos o zumbidos en los oídos, junto con dolor de cabeza y sensación de vértigo también son señales delicadas que deben ser revisadas por un médico.

4. Si se padece de alguna infección en los oídos es necesario seguir el tratamiento al pie de la letra, pues el incorrecto seguimiento de estas lesiones puede desencadenar problemas graves y pérdida de la audición.

5. La sordera puede confundirse también con problemas de distracción o concentración. “A través de un examen de audiometría es posible detectar la dificultad, pero a veces hay otros problemas que llamamos neuropatías, en las que los jóvenes, e incluso los adultos, tienen un daño en el nervio auditivo y aunque la audición esté normal o casi normal, no entienden bien cuando se les habla”, explica la audiologa Susana Pastoriza.

6. Escuchar y no entender, también es una señal de alarma.

Oyendo más de lo que se debe
Cuando los sonidos normales se vuelven insoportables, puede sospecharse de hiperacusia, una enfermedad en la que, básicamente, escuchar duele.

No es que estas personas puedan oír mejor que nadie,  sino que tienen disminuida su tolerancia a sonidos específicos y a niveles de sonido que no se suelen considerar altos. Para algunos pacientes, el problema surge con niveles de sonido tan bajos como 25 decibelios.

“Se ha observado a niños alejándose de sonidos específicos, angustiosos para ellos, pero inofensivos para el resto”, explica la doctora Pastoriza.

La falta de compresión ante esta enfermedad genera reacciones equivocadas de la gente, pues se puede malinterpretar como excesiva sensibilidad o histeria.
 Además, esta misma característica hace que, generalmente, no se acuda al médico.
Los expertos recomiendan a quienes sufren una tolerancia reducida a los sonidos, rodearse de sonidos agradables de bajo nivel en todo momento. Es posible utilizar radios con un volumen bajo o incluso un generador de ruido para lograr una estimulación constante que ayuda al cerebro a readaptarse a los sonidos diarios normales.

Y si ya no escucho, ¿qué?
Existen varios tratamientos para la pérdida de la audición, pero todo va dependiendo de la patología que el paciente presente. Hay varios dispositivos que mejoran la calidad de vida de quienes padecen daños irreversibles en el oído.

En la actualidad, los artefactos más utilizados son los audífonos, los implantes Baha y los implantes cocleares, cuyo uso se apoya y complementa con terapias fonoaudiológicas para un mejor aprestamiento de los dispositivos en los pacientes.

El implante Baha es un audífono que se conecta a un implante pequeño, elaborado en titanio, que se coloca mediante una cirugía en el hueso del cráneo, detrás de la oreja. El audífono o procesador de sonido transmite las vibraciones del sonido a través del hueso del cráneo al oído interno, en una integración molecular entre el implante de titanio y el hueso.

Por su parte, el implante coclear es un dispositivo electrónico que se coloca en el oído interno mediante cirugía. Puede ayudar a pacientes con sordera profunda para quienes no les son efectivos los audífonos.

Mediante este implante, los pacientes pueden escuchar sonidos del medio ambiente, entender el lenguaje sin necesidad de leer los labios e incluso utilizar el teléfono.

Pura prevención
La medicina más importante siempre será la prevención. Estas son algunas medidas para tener en cuenta y evitar que la sordera no llegue antes de tiempo:

- La contaminación auditiva es casi imposible de controlar. Pero usted puede tomar medidas frente a este peligroso fenómeno. Aleje su puesto de trabajo de grandes fuentes de ruido, conduzca con la ventana arriba y procure que los espacios para dormir y descansar estén lejos del ruido.

- Es importante educar. La música fuerte es una cuestión cultural. Cuando no se puede evitar, use algún tipo de protector auditivo como tapones o auriculares de protección.

- Si trabaja en lugares con ruido industrial, es mejor combinar los tapones con los auriculares para lograr una mayor protección.

- Una revisión periódica anual con el otorrinolaringólogo o el otólogo puede evitar alteraciones graves en la audición.

- Disminuya paulatinamente el uso del celular, prefiera las conversaciones personales.

- No utilice siempre el mismo oído para escuchar cuando habla por teléfono.
Sordera en los niños.

Los niños también pueden padecer problemas de ese tipo, por lo que es importante estar alerta. Según los especialistas, la sordera es más fácilmente detectable solo a partir de los 2 o 3 años. Señales de alarma.

1. Si el bebé no muestra sobresalto ni se despierta ante cualquier ruido del ambiente.

2. Si el niño hace mucho ruido mientras juega.

3. Si después de los tres meses de nacido, no presta atención cuando se le llama.

4. Si después de un año de edad, tiene problemas de lenguaje.
5.  Cuando en su primer año de vida no balbucea o no contesta cuando se le habla.

6. Si después de los tres años de edad no es capaz de repetir frases.
7. Si es demasiado pasivo.

8. Si pronuncia mal las letras R, S, D, L, J y T.

Fuente:  Vanguardia
http://www.vanguardia.com/vida-y-estilo/revista-nueva/162350-los-jovenes-se-estan-quedando-sordos
Autora: Alejandra Rodríguez Camacho

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