Un coro de padres y niños se divierte con el baile de un animador disfrazado de Pedro Picapiedra en Mundo Cartoon Network, en el shopping Alto Palermo, en Barrio Norte.
El sonómetro marca una media de 92 decibeles (db) durante los 20 minutos que dura el show, con un pico de 114 db cuando la combinación del griterío y la música tornan imposible cualquier conversación.
Según la OMS, existe un consenso entre la comunidad científica respecto de que los menores de edad, especialmente los chicos más pequeños, son los que más sufren la contaminación acústica.
Los estudios han demostrado que el ruido afecta el aprendizaje. En particular, perturba la capacidad de escuchar y retrasa el proceso de la lectura y de la comunicación verbal.
"Los niños perciben frecuencias agudas que los adultos no pueden captar. Por ejemplo, son más sensibles a sonidos intensos, como el chirrido del colectivo al frenar. Por eso, deberían contar con una protección especial", advierte Hernán Chimski, otorrinolaringólogo.
Es más difícil detectar un acúfeno (el zumbido que queda en los oídos tras la exposición prolongada a ruidos fuertes) en un niño que en un adulto, porque el pequeño cree que ese ruido que oye es natural. "A veces se tarda en descubrir el daño, por lo que hay que indagar mucho más", explica el especialista Darío Roitman.
El gerente de Mundo Cartoon, César Lago, apuntó al gobierno de la ciudad como responsable del desconocimiento sobre la ley en vigor.
"El gobierno no nos ha advertido de la obligación de colocar un cartel en la entrada como aviso por el ruido excesivo. Corresponde a él hacernos saber qué normas debemos cumplir", se defiende Lago, quien prometió colocar la advertencia correspondiente por las posibles lesiones que puede ocasionar en un niño el exceso de ruido.
Fuente: Diario La Nacion,
Lunes 1 de setiembre de 2008 | Publicado en edición impresa
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