Motörhead en el Luna Park: rock and roll yo
Con la excusa de presentar su nuevo disco The World is Yours, Lemmy hizo lo de siempre: vino, vio y venció
"We are Motörhead, we play rock n' roll". Las cosas son así de simples con ese ser superior que alguna vez fue bautizado Ian Fraser Kilmister: el tipo es el mismísimo hueso del rock, la esencia, lo que está bien adentro, lo estrictamente imprescindible, por lo cual no necesita más que pararse y aporrear el bajo -sin circo, sin giladas tribuneras- para simbolizar todo lo que nos gusta de este querido y maltratado género. Y si a esto le sumamos que su banda, a esta altura, es una máquina infalible (el ensamble quirúrgico entre sus tres piezas, tema del que poco se habla porque, bueno, su terrible potencia suele apabullar cualquier otro tema de conversación) y que los fuckin' Marshalls evidentemente sí llegaban hasta once como los de Spinal Tap (rasgo que todos agradecimos y aclamamos pero que, de todos modos, no se llevó bien con la conocida acústica de lata de sardinas del Luna Park), llegaremos a la conclusión de que ver a Lemmy en vivo es, lisa y llanamente, una de las mejores experiencias rockeras disponibles en esta vida.El comienzo con "Iron Fist" (mientras muchos aún seguían afuera, en la cola, pugnando por entrar) dejó en claro que el grupo madura pero jamás decae: en tiempos de músicos a los que les dispensamos shows rengos por su "lógico" deterioro, el señor de la verrugas, ese que ya festejó 65 cumpleaños y se toma una botella de Jack Daniel's por día "la necesite o no", sigue ofreciendo conciertos impecables, con la misma violencia que desperdigaba a los 30 pero mucho, mucho más oficio. El primer sacudón llegó con el tándem de clásicos "Metropolis" - "Over the Top", en una primera mitad del show en la que joyas añejas (más guiños para entendidos que hits) se fusionaron a la perfección con temas de sus últimos trabajos, como Motorizer, Kiss of Death o el álbum que venían a presentar en esta oportunidad: The World is Yours. El solo de Phil Campbell -siempre sobrio y contundente, sin una nota de menos ni de más- y luego el jedbanging desquiciado de "I Got Mine" dieron paso a la segunda parte, donde ya, sí, se tocaron algunos favoritos como "The Chase is Better Than the Catch" o "In the Name of Tragedy" (aquí el que demostró pericia fue el baterista Mickey Dee). "Just 'Cos You Got the Power" (dedicada a los políticos del mundo, con riff machacoso que hace palidecer a cualquier muñeco con pretensión de thrashero) y "Going to Brazil" y, ahí sí, el golpe de knock out: la infaltable "Killed By Death" (con rosca de Hell's Angels en el campo incluida) y, cómo no, el himno "Ace of Spades", donde el público terminó de desmadrarse hasta ganarse el elogio de Lemmy y los suyos.
Para el bis, "Overkill", pura visceralidad putrefacta a velocidades punk que no en vano fue versionada por Metallica. Y listo, a casa que ya terminó, a tratar de curarnos el tinnitus y sentarse a esperar que tenga lugar el único hito que puede igualar a una presentación de Mötorhead: otra presentación de Mötorhead.
Por Diego Mancusi
Fuente: Rolling Stone Argentina.
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