El ruido no se calla
por Manuel Carballo | 24.01.11
Buenos Aires se ubica cuarta en el ranking de las ciudades más ruidosas del mundo. Existe una ley para regular esto, pero no se aplica o los controles son muy escasos.
La contaminación sonora en Buenos Aires la ubica en el cuarto lugar de las ciudades más ruidosas del mundo.
Según la Agencia de Protección ambiental de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, los porteños padecen la ciudad más ruidosa del mundo luego de Tokio, Nagasaki y Nueva York. Este logro no es reciente, la Ciudad viene teniendo este privilegio desde hace varios años, y reconociendo esto se sancionó en 2005 la ley 1540 que fue reglamentada en 2007. Un artículo de la ley indicaba la necesidad de un muestreo del ruido de la ciudad para tomar medidas en base a resultados concretos. El Ministerio de Medio Ambiente junto con la Universidad Politécnica de Madrid y la ONG Oír Mejor concluyeron en 2006 este mapa de ruido.
El mapa no incluyó a toda la ciudad, pero sirvió para establecer los sectores más afectados, donde destacan casi la totalidad de las trazas de las avenidas más importantes como 9 de Julio, Corrientes, Córdoba y Santa Fe, entre otras. Algunas intersecciones como la de Santa Fe y Pueyrredón, por ejemplo, u otras en Barracas, Retiro y Constitución, llegan a los 80 dB. La Organización Mundial de la Salud recomienda que los sonidos no superen los 70 decibeles (dB), aunque el ruido comienza a ser considerado molesto a partir de los 40 dB. Si éste pasa la frontera de los 90 dB puede causar daños irreparables.
Los ruidos monitoreados y mapeados pertenecen a fuentes diversas, pero la que genera más volumen es el transporte urbano de pasajeros. El Ingeniero Rodolfo Gareis presidente de la Cámara Argentina de Acústica, Electroacústica y Áreas vinculadas (CADAE) comentó consultado por Notio que "Buenos Aires, como toda gran metrópoli, tiene su principal fuente de emisión sonora en el trasporte público y disminuirla debería ser prioritario."
Sobre esto surgen una vez más conflictos jurisdiccionales entre el Gobierno de la Nación y el de la Ciudad. La presidenta de Oír Mejor, Lic. Silvia Cabeza, nos señaló que "el control lo debería realizar la CNRT (Comisión Nacional de Regulación del Transporte) pero como no cuenta con parámetros recomendados, no existe exigencia en ese aspecto para las Empresas de Transporte de Pasajeros."
Ruidos diversos
Además hay que tener en cuenta otras fuentes como el creciente parque automotor. En muchos casos está compuesto de unidades demasiado viejas y dañadas que desarrollan ruidos que podrían atenuarse. Silvia Cabeza explica que existía un proyecto de ley para incluir dentro de la verificación técnica vehicular (VTV) de la Ciudad de Buenos Aires, una medición de niveles de ruido provenientes del caño de escape y el motor, pero que a la fecha no ha habido avances en ese aspecto.
El Artículo 38 de la ley 1540 reconoce el poder de policía en este sentido, pero no hay un control efectivo. Lo mismo sucede con la utilización de las bocinas, que durante los embotellamientos constituyen verdaderos conciertos interminables. "No se aplican multas por tocar la bocina y tampoco se ha incorporado la capacitación pertinente en los cursos de manejo", destaca Cabeza.
La misma ley 1540 intenta regular otra fuente de ruidos muy frecuente y de alto nivel de dB, que son las sirenas. Tanto ambulancias, policía o camiones de bomberos no deberían transgredir la ley superando la cantidad de dB establecida. Supuestamente este tipo de vehículos deberían tener una conexión entre la sirena y el velocímetro, que en caso de acelerar aumentara su sonido, y al ir más despacio éste decayera, pero esto tampoco se cumple.
La mayoría de los autos cuentan actualmente con alarma, las cuales muchas veces se activan y comienzan a sonar, y pueden hacerlo hasta agotar la batería si el dueño no se encuentra cerca. La ley también intenta reglamentar su uso, explicitando las condiciones para su activación, la limitación de dB y el tiempo durante el que pueden sonar, aunque como según sostiene Gareis todavía "no se aplican medidas para controlar las alarmas". Cabeza amplía en este sentido: "Hasta la fecha no se han realizado controles exhaustivos sobre estas fuentes, que son materia de queja permanente por parte de los ciudadanos que viven en la CABA."
Más allá de los oídos
Técnicamente se denomina ruido al sonido no deseado. Éste, además de afectar al aparato auditivo, pudiendo producir daños severos, actúa también en una dimensión fisiológica sobre el sistema cardiovascular y puede generar hipertensión, estrés e insomnio. También opera psicológicamente causando: nerviosismo, falta de atención, dificultades en el aprendizaje y disminución en el rendimiento laboral.
La Fundación Ciudad, que se ocupa de contribuir a la preservación y el desarrollo de la calidad de vida urbana, destaca que el ruido además puede causar el fenómeno que se conoce como sensación de "oído ocupado", zumbidos y la pérdida de memoria. Para evaluar la situación de ruido, aclaran que es necesario considerar la combinación de: la intensidad, la frecuencia y la duración. Por lo que un sonido de pocos decibeles puede producir molestias e incluso daños, si es prolongado en el tiempo.
En la ciudad encontramos sonidos que nunca parecen detenerse ni darnos descanso. Muchas veces la respuesta sobre esto es que en las grandes ciudades, ciertos niveles de crecimiento y producción, implican polución sonora. Aunque muchas otras metrópolis han logrado mitigar este contaminante. Para Silvia Cabeza "sería conveniente y necesario que la temática sobre la contaminación acústica sea incluida dentro de la enseñaza sobre Medio Ambiente en las escuelas". Tal vez haya que concientizar desde temprano a los ciudadanos, para no depender tanto de los controles ineficientes actuales, y quizás así podamos disfrutar de un poco de silencio.
Fuente: notio.com.ar
http://notio.com.ar/ecologia/el-ruido-no-se-calla-5731
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